Esta gente –hombres y mujeres, jóvenes y maduros, abogados, artistas, atletas– ya escaló su propia montaña. Porque si la vida les puso un reto por delante, por más gigante que pareciera, supieron sobrepasarlo con enorme valentía. Recuperarse de un accidente, recobrar la libertad perdida, luchar contra los fantasmas de una guerra… Nada es imposible para este heterogéneo grupo de personas que, por obra y magia de su vocación solidaria, se reunió bajo una misma causa: este lunes 19 de febrero, todos se pusieron en marcha hacia la cumbre del Aconcagua.
¿El objetivo? Conquistar sus 6.960 metros de altura, que lo convierten en el pico más alto de América. Claro, detrás de la aventura hay un motivo. O varios. Primero que nada, enviar un mensaje de esperanza hacia aquellos que, por diversos motivos, estén pasando un mal momento. Luego, promover la vida sana, el contacto con la naturaleza y darles pelea a los estragos del sedentarismo.
Y, no menos importante, colaborar con la encomiable labor que desempeña la Fundación Baccigalupo, que busca a través del deporte mejorar la calidad de vida de chicos con capacidades intelectuales diferentes.
La Fundación Leo Messi, la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat y Allianz le donarán 10, 3 y un peso, respectivamente, por cada metro que ascienda cada uno de los 11 escaladores. La querida Cecilia Baccigalupo (líder de la entidad) y sus chicos, agradecidos…
La iniciativa, además, cuenta con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Los 11 aventureros son deportistas (incluido un todoterreno como Julián Weich) y cada uno tiene una impactante historia detrás.
HASTA LA CIMA. «Se fue conformando un grupo muy lindo, con historias de vida diferentes, pero un denominador común: la garra para salir adelante. La idea es transmitirle a la gente que abandone la comodidad del sillón y se anime a correr, nadar, andar en bici, caminar…», contaba Weich, quien se enfrentará al majestuoso Aconcagua por segunda vez. En 2008, como parte de un reality emitido por Telefe, llegó a 300 metros de la cima.
«Para mí será un desafío espiritual», agregó el actor y conductor televisivo y quien un día antes de la partida hacia Mendoza, fue maestro de ceremonias de la rueda de prensa.
¿Quién mejor que él para presentar a aquellas caras no tan familiares? Como Pablo Giesenow, un abogado de 40 años que en 2015 sufrió un accidente automovilístico, perdió ambas piernas, y hoy es un consumado triatlonista. Muy cerca estaba Ezequiel Baraja, quien debió pasar siete de sus 30 años de vida en prisión. El rugby (perteneció al equipo Los Espartanos) fue una de las herramientas que lo ayudaron a sobrellevar el encierro, del que finalmente salió en 2015. Hoy ya está en plena ascensión al Aconcagua, lo mismo que Fernando Pedro Marino, ex combatiente de Malvinas, veterinario y maratonista récord: compitió en todos los continentes (incluida la Antártida).
Una de las más queridas por todos es Elisa Sampietro de Forti, quien a sus ¡83 años! se anima a encarar este desafío. Deportista de toda la vida, a los 70 se empezó a dedicar al running, como terapia para llenar el vacío que había dejado el fallecimiento de su marido. Y desde entonces no para: corrió en decenas de competencias y hasta concretó cuatro veces el cruce Columbia de los Andes, la carrera de aventura que une Argentina y Chile a través de 100 kilómetros.
Por su parte, Peter Czanyo era fumador compulsivo, sobrevivió al cáncer (debieron extirparle un pulmón) y en 2009 escaló el Aconcagua hasta los 6.000 metros. Notables todos.
CELEBRIDADES SOLIDARIAS. Weich no es la única cara famosa. Se unieron nada menos que dos medallistas de oro olímpicos, como el basquetbolista Fabricio Oberto y la judoca Paula Pareto; también Silvio Velo, crack de Los Murciélagos (el Seleccionado de fútbol para ciegos) y María del Pilar Pereyra, brillante nadadora en la década del ’90.
¿Cómo se fue conformando esta delegación estelar? Lo explicó Matías Gutiérrez Moyano, el gran artífice del emprendimiento. Abogado y deportista amateur, un día tuvo un sueño: «De alguna forma, me inspiró la historia de Santiago Lange, quien fue capaz de ganar un oro olímpico después de superar un cáncer de pulmón… Sin tener ningún contacto, les fui escribiendo mails a distintas personalidades, invitándolos a esta aventura, que envuelve un mensaje de esperanza. Todos me dijeron que sí, y acá estamos», se emociona Matías. Una pena: él no podrá ser de la partida porque hace pocas semanas se quebró una pierna y permanece enyesado.
Los participantes se entrenaron durante ocho meses, con la meta de llegar lo mejor posible al pie del Aconcagua. Cada uno subirá lo que pueda. Y llevarán la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que se disputarán en octubre de este año en Buenos Aires.
Por eso, Delfina Pignatiello –campeona mundial juvenil de natación, de 17 años– le entregó la bandera a Pareto, para que la Peque la lleve a Mendoza.
La aventura, queda dicho, ya se puso en marcha. Las mochilas van cargadas de sueños, garra y determinación. Con ellos, por supuesto, escalamos todos.
Por Eduardo Bejuk. Fotos: Fabián Mattiazzi.
Fuente: Infobae