Una red de mujeres de la provincia de Buenos Aires mejorará las viviendas de 100 sobrevivientes de violencia de género para modificar sus condiciones habitacionales, como parte del proceso que les permita comenzar a armar un nuevo proyecto de vida.
«Las mujeres beneficiarias sufrieron violencia doméstica, son mujeres muy resilientes, están haciendo el tránsito de la ruta crítica, el camino emancipatorio de esa violencia, y en ese camino, la mejora habitacional es un acceso a derechos, es arrancar una vida libre de violencia. No solo liberarse de la violencia en la relación de pareja sino la violencia que significa no tener un techo, un inodoro en el baño o agua en la cocina», dijo a Télam Claudia Carpintero, coordinadora general de la Red Provincial por Mujeres Libres de Violencias.
Carpintero apeló a una imagen para dar cuenta de la importancia de esa misión: «Cuando una mujer se pone de pie es como un árbol, y debajo de ella siempre están les hijes».
La coordinadora explicó que la Red «es una institución comunitaria que funciona desde el 2006, con más de 130 organizaciones comunitarias, ONGs y referentes territoriales presentes en 110 municipios bonaerenses, como en La Matanza, San Nicolás, Merlo, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes, San Isidro, Berazategui, La Plata, entre otros, desde donde se brinda acompañamiento a las mujeres en situación de violencia de género».
La entidad presentó ante el Ministerio bonaerense de Desarrollo de la Comunidad un proyecto para mejorar las viviendas de 100 mujeres que habían atravesado violencia de género y la iniciativa «fue aprobada y ya tuvimos una reunión con el subsecretario de Hábitat bonaerense, Rubén Pacolini y las beneficiarias seleccionadas», contó Carpintero.
«El subsidio que damos a través del Ministerio es de 40.000 pesos por cada mujer, y desde la Red haremos la compra comunitaria de materiales para que esas 100 mujeres puedan mejorar sus viviendas, y también hay algunas compañeras que ya tienen los materiales y necesitan ese dinero para pagar la mano de obra», precisó.
Contó que «algunas mujeres van a revocar la pieza, otras van a hacer la carpeta porque tienen piso de tierra, otras van a hacer un baño, otras harán la instalación de agua o mejorar el techo».
«Está el caso de Alberta, una compañera del asentamiento Las Mellizas de San Nicolás, que tiene toda su casa hecha con chapa, madera y nylon, que nos contó el miedo que pasa cada vez que hay viento y llueve porque corre el riesgo de perderlo todo, imaginate lo que significa para ella levantar cuatro paredes de material», compartió la dirigente.
Remarcó que «como se suele decir, cuando el cielo llora, las mujeres de los sectores populares también lloran».
«A través de la Uocra (Unión Obrera de la Construcción) San Nicolás hay un convenio por el cual gratuitamente van a hacer las mejoras de las viviendas y eso estamos tratando de extenderlo a otros territorios. También tenemos compañeras especializadas en construcción, compañeras del Frente Territorial Ellas Hacen, que son oficiales albañiles, electricistas, hacen durlock, saben hacer extensiones de agua, de gas», detalló.
Y compartió que una de las beneficiarias de esta nueva iniciativa «quiere hacer una habitación para que sus hijes tengan espacio, otra es una compañera de la ribera que tiene una casilla con piso de tierra y quiere hacer la carpeta, levantarla, separarse del agua y de la humedad que enferma a sus hijes».
«Levantarse a la mañana y saber que no estás pisando barro o que no se está colando el frío entre el nylon y la madera es mejorar la calidad de vida de esas mujeres, es devolverle su alegría y si eso no empodera decime qué empodera», dijo entusiasta.
«Como decían unas compañeras, por primera vez alguien cree en nosotras, porque la palabra de las mujeres víctimas de violencia es una palabra sin valor, pero con este proyecto adquiere valor su palabra, su proyecto», sostuvo.
En la Red trabajan equipos multidisciplinarios de abogados, médicas, trabajadoras sociales que acompañan a las mujeres que sufren todas las modalidades de violencia.
«Repartimos mercadería, las acompañamos en la salida de la violencia, trabajamos en el hábitat y en empoderamiento de mujeres, por ejemplo las capacitamos en género. Hoy estamos formando a 30 compañeras en la diplomatura de Género y Derechos Humanos. Hemos hecho que 10 compañeras hagan un posgrado en pensamiento penal para el abordaje de violencia, jornadas de trata de persona y hemos organizado congresos internacionales en prevención de abuso sexual infantil y maltrato», resumió.
También desde la Red «acompañamos a trabajadoras sexuales de más de 50 años que ya no están en situación de prostitución, hacemos ferias de emprendedoras y les damos talleres de inglés. Es muy emocionante verlas reírse y hablar en inglés y estamos preparando un taller de canto colectivo».
Todo esto desde una organización comunitaria que «se autogestiona con recursos humanos ad honorem, con una gran propuesta territorial, con organizaciones con inserción territorial a través de comedores, merenderos, y también una parte formativa muy fuerte».
Otro eje de trabajo «es lograr que las compañeras en los territorios puedan acceder a la propiedad, a la escritura, al dominio de las tierras que ocupan, ya que de esa manera acceden a un mayor y mejor ejercicio de ciudadanía y las empodera».
Porque «la violencia económica afecta profundamente a las mujeres y tener una habitación de material, un techo, un inodoro, es un cambio cualitativo en la vida de las mujeres de los sectores populares que están atravesadas por una situación de violencia», resaltó la Carpintero..
El proyecto de mejorar las viviendas de 100 sobrevivientes «es administración comunitaria, administración feminista y por lo tanto un proyecto superador y emancipatorio con administración y gestión feminista», definió la coordinadora.
«Cuando hablo de empoderamiento hablo de que son las mujeres, las beneficiarias de este proyecto las que deciden a dónde va el dinero, nadie tutela eso», puntualizó.
Fuente: telam