«Los franceses vivimos una especie de depresión nacional o, más bien, de falta de confianza en nosotros mismos, lo que acentúa los temores. A veces hay demasiado pesimismo en nuestra sociedad, un sentimiento de declive, de una Francia que pierde su lugar en el mundo», consideró el jefe del gobierno galo en declaraciones al diario Le Parisien.
Valls aseguró en la entrevista que su patriotismo rechaza esa visión decadente de Francia para apreciar «signos positivos» en los que apuntalar el optimismo, como «el crecimiento económico, la inversión de las empresas, el consumo de los hogares y el paro (desempleo), que comienza a bajar».
«Pero para hacer bajar el paro, las empresas tienen que ser competitivas», opinó Valls en defensa de la reforma laboral y reiteró que ni retirará el texto ni eliminará el polémico artículo 2, que privilegia los acuerdos entre empresario y trabajadores frente a los convenios colectivos.
La reforma contemplaba la primacía de la negociación directa entre empresario y trabajador, por encima del código de trabajo y los convenios colectivos; establece un techo en las indemnizaciones por despido improcedente y establece las condiciones que justificarían el despido económico.
El texto va en la línea de las reformas que la Unión Europea (UE) exige a Francia, y tanto Valls como Emmanuel Macron, ministro de Economía, afirman que otorga flexibilidad a las empresas, que es beneficiosa para los más jóvenes y da más
garantías a los trabajadores.
Sindicatos y estudiantes, por el contrario, dicen que es una ley puramente neoliberal que busca debilitar a los trabajadores y hacer más fácil y más barato despedir a empleados, además de suponer un retroceso a la situación laboral del siglo XIX, agravado por el hecho de que es impulsada por un gobierno socialista.
En palabras del secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martinez, se trata de “una vuelta al siglo XIX” en términos de legislación laboral
Tras una dura semana de protestas en las que la CGT ha realizado bloqueos en sectores estratégicos como el petrolero y la electricidad, y los manifestantes han sido fuertemente reprimidos en las ciudades, Valls reafirmó su intención de no negociar y criticó a los manifestantes por atentar contra la «libre circulación».
«Lo que no acepto son los bloqueos de puertos, refinerías y depósitos (de combustible) que atentan contra la libre circulación, molestan a los trabajadores y a quienes crean empleo. En general son los más modestos los que padecen esta situación.
Sobre todo en un momento en el que la recuperación económica está ahí».
Valls, que hoy recibirá a los representantes del sector petrolero francés tras varios días de escasez de combustible en un 20 % de las estaciones de servicio del país, cree que la oposición a la reforma -que según las encuestas es rechazada por un 70% de la población- «no irá a más», informó la agencia EFE.
«No obstante, la violencia me preocupa», expresó Valls quien consideró que «hay radicalidad en la sociedad», luego de que la policía reprimiera violentamente las manifestaciones, según pudo verse en varios videos filmados por los propios manifestantes.
Las protestas seguirán la próxima semana, con un paro de ferrocarriles que comenzará el martes a la tarde y al que se irán sumando los distintos medios de transporte que planean un «paro indefinido», a casi tres meses de iniciadas las protestas.
Télam