Las cerca de mil familias del Bajo Autopista del Barrio Padre Carlos Mugica (ex Villa 31) que fueron relocalizadas en el sector conocido como YPF denunciaron que muchas de las viviendas que les fueron asignadas no cuentan con agua caliente y tienen desbordes de cloacas, mientras que quienes aún no llegaron a mudarse viven en una situación de «alta inseguridad».
Muchas de estas familias vivieron hasta 16 años debajo de la autopista Arturo Illia en viviendas de ladrillo que ellos mismos construyeron, pero en 2018 el gobierno porteño dispuso por cuestiones de seguridad, ventilación y acceso a los servicios, trasladarlos desde junio de 2019 al sector conocido como YPF, donde se construyeron edificios de departamento de paredes de durlock en las que hay constantes filtraciones, a muchos les falta agua caliente desde hace tres meses, hubo incendios, humedad y robos.
«Mi casa era de ladrillo, como una casa común y corriente, no estas que están poniendo como un experimento. Siempre tenemos problemas de filtraciones y entre vecino y vecino no hay privacidad. Vienen, te arreglan pero te hacen parches», contó a Télam Sonia Ríos, de 57 años.
«La mudanza ha sido traumática para nosotros», aseguró la mujer, quien se trasladó a las nuevas viviendas en octubre de 2020 en plena pandemia, momento en el que se denunció la falta de agua en las viviendas del Bajo Autopista. Una de las principales voceras de ese reclamo fue Ramona Medina, referente social del barrio que murió por Covid-19 en mayo del año pasado.
«La pandemia y la muerte de Ramona impulsaron a los vecinos a mudarse por miedo a contagiarse y no tener agua. Para mí, y siempre lo voy a decir, a Ramona la mató el mismo gobierno porque al no tener agua no se podía cumplir con las medidas mínimas», expresó Mirta Rodríguez, militante de Barrios de Pie, que vivía en la manzana 36 del Bajo Autopista, hoy demolida.
Juan Carlos, de 38 años, que prefirió no dar su apellido, vivió 15 años en la manzana 15 del Bajo Autopista, pero decidió mudarse porque le prometieron un lugar para instalarse con su hijo de 21 años, con discapacidad.
«Me dijeron que me iban a dar una casa con local donde vender mi mercadería y con planta baja para el nene que está en silla de ruedas. Firmé. Cuando nos mudamos no tenía el baño para discapacitados, no tenía local para vender, mi hijo tiene un cuarto de 2×2», contó a Télam.
Sin soluciones
Otro caso es el de Blanca Domínguez González, quien luego de vivenciar en 2020 dos robos en su casa debajo de la autopista decidió irse con su familia a vivir a lo de un pariente. Una vez allí, su casa fue demolida y hasta el momento no tiene una solución habitacional.
En una demanda dirigida a la Secretaría de Integración Social y Urbana detalló: «A pesar (…) de que este organismo conocía nuestra compleja situación habitacional, actualmente se niega a garantizarnos la solución habitacional que nos corresponde, a la vez que decidió demoler nuestra vivienda y dejarnos en una doble condición de vulneración, ya que ahora desapareció el bien inmueble del que éramos propietarias/os».
Las casas del Bajo Autopista habían sido construidas por las familias durante años y a pulmón. Estructuras de ladrillo de hasta tres pisos, con manzanas divididas por pasillos angostos. Actualmente, tres manzanas de esta zona fueron demolidas y otras tantas casas están deshabitadas.
Asimismo, los vecinos denunciaron que si bien en el artículo 2 de la Ley 6.129 se aclara que en el proceso de urbanización «deberá resguardarse la preservación de la identidad barrial y los lazos comunitarios existentes», las familias de una misma manzana se encuentran «desparramadas» en distintas zonas del nuevo sector.
El Plan de Reasentamiento Bajo Autopista 4, a cargo de la Secretaría de Integración Social y Urbana de la ciudad de Buenos Aires fue aprobado a través de la Ley 6.129 por la Legislatura porteña en 2018, y tiene su antecedente en la Ley 3.344 (2009). Consiste en 1044 viviendas nuevas distribuidas en 29 edificios de tres y cuatro plantas ubicadas en el Sector YPF, a pocas cuadras del Bajo Autopista y frente al Ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires.
La respuesta del Gobierno porteño
Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat dijeron a Télam que «los motivos para el reasentamiento están dados porque las condiciones de habitabilidad, su ubicación debajo de la autopista, no cumplían con estándares mínimos de seguridad, ventilación y acceso a los servicios», pero el testimonio de los vecinos da cuenta de que el traslado trajo nuevos problemas habitacionales.
Los edificios de las nuevas viviendas fueron construidos por las empresa Sudamericana y son de estructura de hormigón con divisiones de los interiores hechas con placa de roca de yeso (durlock). El exterior es de Steel Frame y las carpinterías son de PVC con doble vidrio.
En cuanto a los requerimientos de las familias, desde el Ministerio de Desarrollo Humano sostuvieron que existe un equipo para dar seguimiento a los reclamos y brindar soluciones, mientras que sobre los incendios denunciados dijeron que no estuvieron relacionados «a la calidad constructiva o las instalaciones de las viviendas» sino a «descuidos domésticos».
Reclamos
Otra situación tiene que ver con las familias que aún viven debajo de la autopista, ya que con la demolición de sus viviendas y la acumulación de escombros, el lugar se convirtió en un basural, y generó más situaciones de inseguridad a tal punto que hubo dos violaciones, dijo Sonia Ríos.
«Denunciamos la situación a las autoridades, pero hicieron oídos sordos. Además nos cortaron el agua y la luz», dijo la mujer, en referencia a la situación que están viviendo.
Josefina Callejas, de 50 años, vivía debajo de la autopista en la manzana 36, casa 41. Si bien desde un primer momento no quiso hacerlo, terminó optando por mudarse. «Al quedarme sola, antes de la mudanza, se me metieron varias personas. Yo tenía rejas desde la planta baja hasta la autopista pero entraban por la parte de atrás que ya estaba desalojada. Lo hemos pasado muy mal hasta el punto de que mi hijo se haga pis en la cama», contó.
Para Olenka Moya, que vivía desde el 2006 en el Bajo Autopista y se mudó al nuevo sector hace dos semanas, el camino debió haber sido otro. «Hubiera preferido un plan de reurbanización que pueda ayudar al pobre de verdad. Ningún gobierno ha querido tomar esa batuta para poder urbanizarnos legalmente. Pero la manera en la que han querido urbanizar ahora tampoco es beneficioso para nosotros y no cumple con nuestras expectativas».
Según el proyecto del gobierno porteño el destino del terreno debajo de la autopista Illia, de 11.000 metros cuadrados, será un «conector verde» que, no sólo será un espacio de recreación, sino que también «estará conformado por equipamientos comunitarios y deportivos y un nuevo centro de salud».
Fuente: telam