Cuarenta mil. Ese es el número de argentinos diseminados por el mundo que este domingo podrán ir a las urnas en sus diversos países de residencia, y que elegirán presidente, diputados y gobernadores de acuerdo a sus últimos domicilios nacionales declarados en los papeles a través del sistema de boleta única, el mismo que, por caso, utilizan los presos.
Según los números oficiales hay alrededor de un millón de argentinos que residen en el exterior. De ellos fueron 40 mil los que hicieron los trámites en las embajadas o consulados de residencia que los habilitan para ir a las urnas mañana. Que el número no sea más abultado no tiene respuesta solo por una supuesta apatía política –el voto en el exterior no es obligatorio-, sino porque, además, la normativa vigente exige una serie de engorrosos requerimientos, en especial la presentación de la documentación que compruebe la validez del cambio de domicilio al exterior. El plazo para presentar los papeles venció en abril, por lo que aquellos que se hayan entusiasmado con la posibilidad de votar desde ese mes hasta estos últimos días deberán guardar el entusiasmo para más adelante. Los residentes en el extranjero, de hecho, no fueron a las urnas en las PASO de agosto. Estados Unidos y España son los dos países con mayor cantidad de empadronados.
Al momento de la votación, el sistema es igual que al de nuestro país. La única diferencia es que por una cuestión logística y de costos la Justicia Electoral dispone para el exterior la implementación de la boleta única, como utilizaron los santafesinos para elegir gobernador en junio pasado. La boleta de la provincia de Buenos Aires que ilustra esta nota, por ejemplo, es una sola con cuatro categorías: presidente, parlamentarios del Mercosur nacional, diputados nacionales y parlamentarios del Mercosur regional o provincial. En el caso de los presidenciables se distribuyen, de arriba hacia abajo: Daniel Scioli, Margarita Stolbizer, Adolfo Rodríguez Saá, Mauricio Macri, Nicolás del Caño y Sergio Massa.
El número de electores argentinos desparramados por el mundo explica por qué la mayoría de los frentes electorales no elaboró una estrategia concreta para cautivarlos. De hecho, ni Daniel Scioli, Mauricio Macri o Sergio Massa, los tres principales candidatos presidenciales según los sondeos, concentraron sus campañas en el plano extranjero. Por el contrario: casi que ni viajaron afuera del país.
Aunque el único que sí diseñó un plan en ese sentido es Macri: desde el año pasado implementó «Argentinos en el exterior», un programa a cargo de Tomás Kroyer, director General de Relaciones Internacionales y Cooperación del Gobierno porteño. Kroyer es íntimo amigo del influyente secretario General del Gobierno de la Ciudad, Marcos Peña –el responsable de la campaña nacional de Macri-, y responde directamente a Fulvio Pompeo, subsecretario de Relaciones Internacionales e Institucionales porteño.
De acuerdo a las estimaciones de ese programa del PRO, de los 40 mil argentinos empadronados en el mundo unos 5.800 se suscribieron a la plataforma online de Cambiemos, el frente que postula a Macri a la Presidencia, coordinados por 90 voluntarios en más de 30 ciudades y concentrados en especial en Santiago de Chile, Montevideo, Miami, Madrid y Barcelona. El día de la elección, el PRO cuenta además con unos 100 fiscales, según las fuentes, distribuidos en los lugares de votación –embajadas y consulados-.
O sea: en el caso de Macri, tendría asegurado el voto de casi 6 mil argentinos radicados en el extranjero, una cifra que a menos que la disputa con Scioli sea más que ajustada por ahora es simbólica. Demandará demasiado tiempo para que el «voto pasaporte» se convierta en un factor de peso en las elecciones nacionales.
Tiene que ver no solo con eso de la no obligatoriedad del voto y con la apatía electoral. También con la logística: muchas veces, los lugares de votación están alejados de los lugares de residencia. Es una de las deficiencias de la normativa vigente de la ley electoral argentina. En Inglaterra, por ejemplo, resolvieron el problema con mayor pragmatismo: los ingleses que residen fuera de su país pueden sufragar por correo, incluso unos días antes del día de la elección.