Ya fueron identificados 76 de los 121 soldados enterrados como NN en Darwin

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Madres añosas venidas de Chaco o Misiones, hincadas ante tumbas sin nombre con la secreta esperanza de que sea allí donde descansa su hijo caído en Malvinas. Esa imagen repetida durante décadas en el cementerio argentino de Darwin, una de las más tremendas y habituales del legado de la dictadura -muertes agravadas por la incertidumbre que conlleva la imposibilidad de velar un cuerpo-, pronto dejará de existir.

Impulsado por el tesón de un conscripto que estuvo en la guerra y se indignó ante la suerte de sus compañeros de armas, el Estado pronto empezará a saldar una de sus deudas más ominosas: ponerles un nombre a las 121 placas del cementerio donde están enterrados soldados argentinos que por desidia, impericia o cálculos políticos no fueron identificados al finalizar la guerra, y hoy yacen con una inscripción desoladora: «Soldado argentino solo conocido por Dios».

El proceso para identificar las 121 tumbas que están como NN dio, al momento, 88 resultados positivos, y en 76 de esos casos las familias ya recibieron la noticia. En los próximos meses, esos caídos en la guerra tendrán una placa con su nombre.

«Eduardo volvió a nacer», dijo tras recibir la noticia de la identificación María del Carmen Araujo, la madre del soldado conscripto Eduardo Araujo, que durante años durmió con la chomba beige marca Penguin de su hijo sobre su cara.

La Nación

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