Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO
Miércoles IV de Pascua
- Oración inicial
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, te doy gracias por este momento de oración que me regalas. A tus pies están todas mis intenciones, mis miserias, debilidades, alegrías y fortalezas. Perdona mis pecados y dame la vida eterna. Amén.
- Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (12,44-50)
Jesús exclamó: «El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó».
Palabra del Señor
- Meditación
La Iglesia nos enseña que Jesús es el Sacramento del Padre. Pero, ¿qué es un sacramento? Es un signo sensible (que se puede ver) y eficaz (que actúa por sí mismo) de la gracia de Dios. Es decir, mediante una realidad sensible, hace presente aquí y ahora una realidad invisible. Por ejemplo, el pan eucarístico se ve, pero la presencia real de Jesús no se ve, se la conoce y se la adora por la fe. Así, Jesús, al hacerse verdadero hombre, también revela al Padre: “el que cree en mí, en realidad cree al que me envió; y el que me ve a mí, ve al que me envió” (Jn 12,44-45).
Nosotros, los que formamos la Iglesia, somos “como un sacramento”, que hace presente a Jesús sacerdote, profeta y rey en estructuras visibles: las parroquias, comunidades, capillas, templos, celebraciones, la vida cotidiana en santidad, nuestro modo de hablar, de actuar; nuestros sacrificios, oraciones, alegrías, dolores y esperanzas… En todo debemos procurar ser imagen de Cristo. Como decía San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo.”
- Comunión Espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás Me aparte de Ti. Amén.
- Oración Final
Señor, te doy gracias por tu amor y tu misericordia. Concédeme la paz y la alegría de saberme miembro de la Iglesia, imagen tuya, redimido por el bautismo, con la esperanza de la vida eterna. Amén.
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.