Zidane y Simeone, técnicos rivales unidos en un mismo concepto: «Estamos ante un fútbol diferente»

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Con una barba de náufrago que se dejó crecer durante el aislamiento obligatorio por la pandemia, las indicaciones a los gritos de Sergio Ramos a sus compañeros se hicieron oír para aquellos televidentes que optaron por seguir la transmisión televisiva con el audio original, y descartaron los murmullos y sonidos grabados de «¡Madrid, Madrid»! que preparó el club para los que prefieren una simulación de los ambientes con público.

La expansión del coronavirus provocó tal repliegue en la humanidad que Real Madrid hizo de local en el Alfredo Di Stéfano, un estadio que impone más desde el nombre, ya que el argentino es el futbolista más determinante en la historia del club, que desde su estructura. Con capacidad para alrededor de 6000 espectadores, el escenario en el que juega el Castilla -filial del Real Madrid- no tiene la envergadura arquitectónica del Santiago Bernabéu.

Si jugar a puertas cerradas implica un ámbito intimista para los protagonistas, hacerlo en un recinto pequeño comprime más esas sensaciones. La relevancia que quita el entorno se recupera con el valor de lo que está en disputa: Real Madrid, con tres goles en el primer tiempo, le ganó 3-1 a Eibar y se mantiene a dos puntos del líder Barcelona. Quedan 10 fechas de una Liga de España que se reanudó con un esprint que no dará respiro, con partidos todos los días hasta el 19 julio. Barcelona, tras golear el sábado a Mallorca, recibirá este martes en el desierto Camp Nou a Leganés.

El barbado Sergio Ramos festeja su gol, el segundo de Real Madrid, abrazado a Hazard
El barbado Sergio Ramos festeja su gol, el segundo de Real Madrid, abrazado a Hazard Fuente: Reuters – Crédito: Susana Vera

Real Madrid no acudió al Alfredo Di Stéfano -forma parte del complejo de Valdebebas, donde están la concentración y las canchas de práctica- en busca de un minimalismo, sino que aprovechó la prohibición de asistencia de público para avanzar con las obras de refacción en las plateas bajas y el campo del Bernabéu.

El Di Stéfano tiene un significado especial para varios de los que ayer lo volvieron a pisar. Se inauguró en 2006 con un gol de Sergio Ramos, en su primera temporada en Real Madrid tras llegar de Sevilla. El capitán marcó el segundo frente a Eibar, luego de salir desde atrás con la pelota dominada, romper la presión rival, abrir hacia la izquierda para Benzema e ir a buscar frente al arco la asistencia de Hazard desde la derecha. Sergio Ramos igualó el récord de Ronald Koeman como el defensor más goleador en la primera división de España , ambos con 67, con la diferencia de que el holandés sumó 46 de penal y el español, 11.

Varios de los que ahora son profesionales consolidados del plantel pasaron por ese filtro a la primera división que es el Di Stéfano. Entre los jugadores están Carvajal, Casemiro, Lucas Vázquez, Valverde, Mariano, Nacho, Vinicius y Rodrigo.

El mayor peso simbólico de la primaveral tarde madrileña fue para Zinedine Zidane: cumplió 200 partidos al frente de Real Madrid en el estadio donde comenzó su carrera de director técnico, al mando del Castilla, en 2014, tras dejar de ser ayudante de campo de Carlo Ancelotti.

En ese doble centenar de cotejos, el francés conquistó 10 títulos, entre los que se destacan las tres Champions League consecutivas. Una trayectoria como entrenador que muchos no hubiesen aventurado cuando perdió cinco de los seis primeros encuentros en el Castilla. Los que seguían el torneo recuerdan que era demasiado generoso al darle la titularidad a sus hijos Luca y Enzo.

En la temporada siguiente mejoró mucho la campaña, mientras Rafa Benítez, enfrentado con los caciques del vestuario, dejaba de ser el técnico de Real Madrid. El presidente Florentino Pérez, en una decisión que en su momento muchos calificaron de arriesgada, ascendió a Zidane, que enseguida conectó con los jugadores. Su aura de crack y gloria del club como futbolista, más su talante para generar optimismo donde había tensión, sacaron lo mejor de notables individualidades. Se fue ganador, tras levantar la tercera Champions, cuando advirtió que la renovación que necesitaba el plantel lo iba a llevar a prescindir de jugadores que le habían dado mucho. Real Madrid lo extrañó mucho y rápido, como quedó demostrado con los breves pasos de Julen Lopetegui y Santiago Solari. Y Zizou también se dejó ganar por la nostalgia cuando aceptó volver menos de un año después de haberse ido.

Real Madrid hizo de local en el estadio Alfredo Di Stéfano, mientras el Bernabéu está en obras
Real Madrid hizo de local en el estadio Alfredo Di Stéfano, mientras el Bernabéu está en obras Fuente: Reuters – Crédito: Susana Vera

Más allá de la familiaridad que le provoca el Di Stéfano, Zidane se refirió a la vuelta del fútbol tras tres meses de un confinamiento estricto al principio y más relajado en las pocas semanas de entrenamiento: «Este fútbol es algo totalmente diferente a lo que estábamos acostumbrados, hay que adaptarse. Estuvimos bien en el primer tiempo, pero nos costó en el segundo». En los 45 minutos iniciales, Real Madrid hizo la diferencia con un golazo al ángulo de Kroos , aumentó Ramos y el 3-0 fue con un zurdazo cruzado de Marcelo, que, como muchos otros colegas de las ligas europeas, puso una rodilla en tierra, levantó un brazo y bajó la cabeza en un homenaje al asesinado George Floyd.

También volvió a la competencia el Atlético de Madrid de Diego Simeone, que debió conformarse con un nuevo empate (el 13º del torneo) en el 1-1 en Bilbao frente al Athletic. Clasificado para los cuartos de final de la Champions League, el equipo del Cholo está sexto, fuera de los puestos clasificatorios para la próxima copa europea.

Diego Simeone dijo que no es sencillo jugar sin el ambiente de los hinchas
Diego Simeone dijo que no es sencillo jugar sin el ambiente de los hinchas Crédito: Ion Alcoba Beitia /dpa

Por su estilo sanguíneo y visceral, que lo lleva habitualmente a agitar las tribunas con gestos y aspavientos, Simeone, que el miércoles volverá al Wanda Metropolitano ante Osasuna, siente que la falta de público lo deja sin una herramienta esencial: «No es sencillo, estamos acostumbrados a un ambiente diferente, con gente, con gritos, con la presión del rival. Pasa lo mismo con la prensa, antes convivíamos y nos veíamos las caras, ahora es a través de un aparato. Todo es más frío y distante. No ganar genera vértigo, debemos convivir con eso».

Claudio Mauri/La Nación

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