Carlos Oscar Carabajal Correa, “Peteco”, nació en La Banda el 25 de mayo de 1956, es uno de los más conocidos compositores y cantors de Santiago, ejecutando piezas del folklore argentine en guitarra, violín, percussion y quena.
Ha conjugado espiritualmente la música instrumental folclórica de percusión argentina. Su repertorio ha sido interpretado por muchos artistas populares argentinos como Mercedes Sosa, Jacinto Piedra, Verónica Condomí, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Cantores de Quilla Huasi, Horacio Guarany, Soledad, Los Tucu Tucu, Teresa Parodi.
Desde 1975 se integró a «Los Carabajal», actuando en la Argentina, en sus festivales folklóricos, en España, Paraguay y Libia. En 1990, logró el premio Consagración en el Festival de Cosquín.
En 1991 edita su primer disco como solista «Encuentros», editado por EMI.
Participa en dos discos junto a Mercedes Sosa con quien realiza como invitado giras por Alemania, Austria, Bélgica, Holanda y Suiza, por tres años.
Ha incursionado en la pintura, con excelentes trabajos.
Es autor de textos clásicos, entre ellos «Como pájaros en el aire» (dedicada a su madre) y la musicalización e interpretación del poema de Antonio Esteban Agüero, desaparecido poeta puntano «Digo la Mazamorra».
Quizás su obra emblemática sea «La estrella azul», poema autobiográfico llevado a la canción. Allí relata sus sentimientos luego de que lo separaran de su hijo Juan cuando este tenía solo cinco meses. Volvió a verlo una vez a los 6 años en Africa, mas no le permitieron decirle que era su padre.
Recién diecinueve años después, Peteco Carabajal retomó contacto con Juan, quien hoy vive en Viena.
Tomado de Wikipedia.
Como pájaros en el aire
Las manos de mi madre
parecen pájaros en el aire,
historias de cocina
entre sus alas heridas de hambre.
Las manos de mi madre
saben que ocurre por las mañanas
cuando amasa la vida
horno de barro, pan de esperanza.
Las manos de mi madre
llegan al patio desde temprano.
Todo se vuelve fiesta
cuando ellas vuelan junto a otros pájaros.
Junto a los pájaros que aman la vida
y la construyen con el trabajo
arde la leña, harina y barro,
lo cotidiano se vuelve mágico,
se vuelve mágico.
Las manos de mi madre
me representan un cielo abierto
y un recuerdo añorado
trapos calientes en los inviernos.
Ellas se brindan cálidas,
nobles, sinceras, limpias de todo.
¿Cómo serán las manos
del que las mueve gracias al odio?
Fuente: http://sgodelest.blogspot.com/