Tal como sucediera con Marcelo Bravo en 2005, otro triste suceso tiene como protagonista a un joven de Vélez con un enorme futuro. Gonzalo Gamarra, que hasta mediados de 2015 se desempeñaba como marcador central de la Cuarta División, había debutado en la Reserva y supo involucrarse en los planes de Miguel Ángel Russo -por entonces entrenador-, se vio forzado a abandonar la práctica profesional.
Fue en el inicio de la pretemporada de junio, con 18 años recién cumplidos, que se sometió a los tradicionales chequeos médicos como el resto de sus compañeros. Inmediatamente, sus resultados encendieron la luz de alerta en los especialistas de la institución: se detectó una miocardiopatía hipertrófica, lo que deriva en el riesgo de sufrir una muerte súbita en caso de no detener el entrenamiento.
Por indicación de Roberto Coppolecchia, el doctor del Fortín, el juvenil debió apartarse de las canchas durante seis meses para aguardar si el septum (tabique intraventicular que divide al corazón en dos cámaras) bajaba o continuaba de la misma manera. Las buenas noticias nunca llegaron y ahora se confirmó que Gamarra no podrá volver a pisar una cancha de fútbol con normalidad.
«Es muy duro porque uno de chiquito sueña con jugar en Primera y estar tan cerca y no poder hacerlo, duele mucho. Lo bueno es que el club me dio una oportunidad y podré transmitir el aprendizaje que tuve y hacerlo a mi forma», expresó el protagonista en diálogo con el sitio web oficial de la institución.
¿A qué se refiere específicamente? Al excelente gesto de Vélez, que le dará trabajo en las divisiones infantiles como a Bravo (actualmente es el director técnico de la Novena División) y también lo becará en el Instituto Educativo para que complete los dos años restantes de sus estudios secundarios.