Cuáles fueron las fallas de seguridad que aprovecharon los terroristas en Bruselas

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El doble atentado en Bruselas contra el aeropuerto internacional de Zaventem y la estación de metro de Maalbeek conmocionaron al mundo entero. Se trató, en efecto, del ataque más resonante llevado a cabo por el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) luego del dramático 13-N de París, que dejó 130 muertos. Con el correr de las horas se conocen fallas de seguridad sin las cuales probablemente la inteligencia belga podría haber evitado los ataques.

«Los atentados con bombas en Bélgica ofrecen nueva evidencia de las deficiencias de sus fuerzas de seguridad en el control de los islamistas radicales violentos, una falla que ha permitido que este país en el corazón de Europa se convirtiera en una incubadora del terror», aseguró el prestigioso diario norteamericano The Washigton Post.

«Un ejemplo evidente —agrega el medio—: las autoridades belgas sabían que al menos uno de los dos hermanos que se inmolaron en los ataques, Ibrahim el Bakraoui, de 29 años, había entrado en Turquía con la aparente intención de unirse a los militantes islamistas en Siria». En efecto, Turquía lo detuvo y expulsó a Holanda en verano pasado, según declaró el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

«Uno de los autores de los ataques de Bruselas es una persona que detuvimos en junio de 2015 en Ganziatep y fue deportado. Informamos a la embajada belga sobre la deportación el 14 de julio. Bélgica lo dejó libre», indicó Erdogan en una rueda de prensa en Ankara. «Pese a nuestras advertencias de que esta persona era un combatiente extranjero, Bélgica no pudo determinar sus vínculos con el terrorismo», añadió el Presidente.

Sin embargo, la respuesta de los oficiales belgas fue que no consideraron que ese intento de unirse representara una amenaza terrorista. El ministro de Justicia, Koen Geens, subrayó que El Bakraoui no era conocido en Bélgica por terrorismo, sino que «era un delincuente común en libertad condicional» y, en todo caso, no fue deportado a Bélgica, sino a Holanda.

Peor aún, Geens dijo no saber con certeza si Bélgica estaba al tanto de esta operación, ni su gabinete pudo precisar tampoco por qué El Bakraoui fue deportado a Holanda. Aunque éste fue puesto en libertad condicional en 2014 en Bélgica, de nuevo fue buscado por las fuerzas de seguridad porque no había respetado las condiciones de aquella, según la Agencia Belga.

Su hermano menor, Khalid el Bakraoui, de 27 años, también fue monitoreado en Turquía, pero no está claro que Bélgica supiera de sus movimientos. Sin embargo, fue parte de la logística de los ataques de noviembre en París.

«Pero los errores de seguridad no terminan ahí», consideró The Washington Post. Najim Laachraoui podría ser el segundo terrorista suicida del atentado en el aeropuerto de Bruselas. Laachraoui, uno de los cómplices de Salah Abdeslam, detenido en Bélgica el pasado viernes y presunto cerebro del aparato logístico de los atentados del 13-N en París, es también sospechoso de haber manipulado los explosivos de los ataques en la capital gala.

«Las últimas revelaciones sugieren que, a pesar de las redadas y detenciones en Europa, la red detrás del atentado en la capital de Francia nunca fue desmontada completamente, lo que dejó a algunos de sus miembros a actuar de nuevo», señaló el diario, que añadió: «Los problemas en Bélgica incluyen operaciones antiterroristas que no lograron capturar a sus objetivos».

Pero no se puede reducir todo a un problema de inteligencia. Los problemas son más profundos. «Esta nación multilingüe —en el que los ciudadanos hablan francés, holandés y alemán— está plagada de divisiones sociales y de rivalidad entre las distintas jurisdicciones. Bélgica ha sido objeto de radicalismo político desde los años 1980, cuando el poder federal se concentró cada vez más en un complejo conjunto de entidades locales y comunales», aseguró el periódico.

Por ejemplo, Bruselas tiene seis fuerzas policiales, cada una de las cuales responde a un alcalde diferente. La información no siempre es compartida entre las agencias, lo que crea fallas de seguridad.

Además, pese a ser un semillero yihadista, Bélgica tiene un aparato de seguridad relativamente pequeño. Bruselas es el hogar de 2.500 agencias y organizaciones internacionales, incluida la OTAN y de la sede de la Unión Europea. Sin embargo, a nivel nacional, la policía federal tiene unos 12.000 efectivos.

El cierre podría ser desopilante, pero es real. «La policía belga también se ha visto obstaculizada por reglas bizarras. Según el ministro de Justicia belga, dos días después de los ataques de París Abdeslam estaba ‘probablemente en un edificio de Molenbeek’. Pero como el código penal del país prohíbe raids entre las 9 y las 17, salvo que un crimen esté en curso o en caso de incendio, la Policía debió esperar para perseguirlo. Para entonces, ya nadie sabía dónde estaba Abdeslam».

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