El tiempo apremia para la AFA y pone a trabajar a los dirigentes del fútbol argentino

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La primera A ya no tiene tiempo como para perder en luchas intestinas. No puede darse el lujo de embarcarse en diferencias políticas. Necesita ponerse a trabajar. El gobierno le puso un límite: el 1 de enero del año que viene ya no tendrá quien le televise los partidos, porque no habrá más Fútbol Para Todos. La AFIPcolaboró con la embestida y amenazó con subir la alícuota del decreto 1212 (actualmente es del 7%) y con aumentar la presión fiscal generando nuevos impuestos: a los abonos de los socios, a los contratos de esponsorización y a las vallas publicitarias, entre otros negocios.

Alertados por la situación y forzados a ponerse a trabajar para encontrar soluciones, seis presidentes de la máxima categoría se juntaron en la casa de Rodolfo D’Onofrio (River), en el barrio de Las Cañitas. Además del máximo dirigente millonario estuvieron Daniel Angelici (Boca), Víctor Blanco (Racing), Hugo Moyano (Independiente), Pascual Caiella(Estudiantes de La Plata) y Alejandro Nadur (Huracán). Matías Lammens (San Lorenzo) también había sido invitado, pero recién llegó a Buenos Aires al promediar la tarde desde Chile, donde anteanoche el Ciclón selló su clasificación a las semifinales de la Copa Sudamericana.

Después de casi dos horas de una reunión «sincera y sin reproches» -según uno de los asistentes-, la conclusión fue ponerse a trabajar. «No podemos perder más tiempo», continuó el informante. El eje fundamental es el dinero. Y para eso la primera división necesita resolver qué hará con la Superliga. «Nadie obliga a los clubes a firmarla. Yo estoy convencido desde un principio de que es la única herramienta que tenemos hacia adelante. Los que no lo estén, que no la firmen», dijo Angelici a la salida del cónclave.

Más allá de la concreción o no de la Superliga -la mayoría de los dirigentes de primera piensa que recién en agosto de 2017 podría ponerse en práctica-, la batalla que sobrevuela es la de los derechos de la televisión. Y, en ese sentido, poco aporta lo que ocurrió el jueves: la AFA confirmó que no habrá interesados si se mantienen los 30 equipos en la máxima categoría. El Gobierno, por su parte, ratificó que en el presupuesto de 2017 no hay partida para el Fútbol Para Todos. Por lo tanto, la rueda de negociaciones para conseguir un nuevo socio comercial que transmita los partidos debe arrancar cuanto antes. De lo contrario, no habrá ingreso por la TV. Y sin la TV, lo más probable es que no haya fútbol.

«Vamos a juntarnos en grupos y tratar de ponernos de acuerdo. Tenemos mucho por hacer para conseguir un nuevo contrato de TV y más ingresos para los clubes, que los necesitan», dijo uno de los asistentes a la reunión, fuera de micrófono. El martes, a las 17, en el predio de Ezeiza, habrá una reunión general de la primera división para discutir el futuro del fútbol argentino. La inminencia del final del FPT provoca una evidente disminución en el precio del producto. La AFA (con o sin la Superliga) se sentará a la mesa de las negociaciones con la soga al cuello: el calendario jugará en su contra. Sus interlocutores jugarán con la urgencia.

En esa reunión, a metros de las canchas en las que suelen entrenarse Lionel Messi y sus compañeros del seleccionado, habrá dirigentes que propondrán medidas drásticas -desde una protesta hasta un paro- y otros que se quejarán por la situación económica. Los dirigentes de la máxima categoría se mirarán a la cara y se reconocerán en el mismo barco: la ofensiva de la AFIP y su desencanto con el Comité de Regularización terminó por unirlos. Ya no hay enemigos en la élite.

A la hora de hablar de la TV, esos mismos dirigentes de primera que llegaron a esbozar una cotización de $ 3000 millones anuales por los derechos del fútbol empiezan a pensar que ese número es una utopía. Si no se conforma una comisión dedicada a resolver este asunto en tiempo récord, puede que se repita la situación de la B Nacional: sus derechos se vendieron a comienzos de año al único oferente en firme (Torneos). La segunda categoría del fútbol argentino había amenazado con no jugar si sus partidos no conseguían pantalla. Ahora, la primera división necesita dejar atrás los conflictos intestinos y trabajar por el bien común. Resta saber si les alcanzará el tiempo.

La Nación

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