Pese a su firmeza ante el escándalo de sobornos del frigorífico JBS, el acorralado presidente Michel Temer teme que su mandato sea anulado el próximo mes por el Tribunal Superior Electoral (TSE), por lo que ya empezó a diseñar estrategias para prolongar al máximo el proceso.
El 6 de junio, el TSE reanudará el juicio por presunto financiamiento ilegal de la fórmula Dilma Rousseff-Michel Temer de 2014, y de hallarlo culpable, como Dilma fue destituida el año pasado a través de un impeachment por manipulación de las cuentas públicas, quien perdería ahora el poder sería Temer. De los siete jueces que integran la corte electoral, tres ya se inclinarían por la condena, según fuentes del Palacio del Planalto. El jefe del Estado confía que alguno de los otros cuatro magistrados pida más tiempo para analizar el caso y así ganar margen para mantener unida la alianza gubernamental. También se evalúa que la defensa plantee cuestiones de orden durante el proceso.
Desde que la semana pasada el dueño de JBS, Joesley Batista, reveló una grabación en la que Temer parecía dar su aval para el pago de sobornos para comprar el silencio de un posible delator de la operación Lava Jato, el presidente se ha negado a renunciar, pero sus aliados son proclives a abandonar la coalición. El principal socio del oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), esperará el fallo del TSE para tomar una decisión.
Mientras tanto, encabezados por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, las fuerzas aliadas debaten soluciones a una eventual salida de Temer. Según la Constitución, deberá ser el Congreso el que elija a un sucesor y hasta el momento, la coalición gubernamental no se ha puesto de acuerdo en quién sería la mejor opción.
La Nación