En menos de una semana habían acordado su vínculo con el club, puesto al frente del plantel y enfrentado a Racing, primero, y a River, después. Asumir en esa vorágine marcaba la pauta de haber llegado al lugar anhelado. No importaba que las condiciones estuviesen lejos de las ideales. Para Guillermo y Gustavo Barros Schelotto lo relevante era haber llegado a la dirección técnica de Boca. Después del golpe que significó la eliminación de la Copa Libertadores del año pasado en las semifinales, ahora les llegó el momento de celebrar.
La noticia que impactaba en el primer día de marzo del año pasado era la llegada de Guillermo a la dirección técnica de Boca. Se trataba del regreso al club que lo había adorado por sus gambetas y sus goles, por cada picardía y por las muchas vueltas olímpicas. Pero detrás del convocante nombre del ídolo, sin exposición mediática también había llegado un grupo de trabajo. Después de 15 meses al frente del plantel, ese otro equipo, el que prepara al que sale a la cancha, condujo a Boca a un nuevo título.
La primera experiencia de los Mellizos al frente de un equipo fue también la de la consolidación como entrenadores. Entre 2012 y 2015, dirigieron a Lanús en más de 160 partidos y lo hicieron con protagonismo en el fútbol argentino y la conquista de la Copa Sudamericana en 2013. Lo que siguió fue un efímero pasado de cuatro partidos en el Palermo, de Italia, antes de asumir en Boca.
Si Guillermo impone con voz de mando los conceptos y la idea de juego en cada ensayo que prevé replicar situaciones de partido, es Gustavo el que suele conducir las prácticas de fútbol con ajuntes tácticos y también quien establece las pautas de las jugadas con pelota detenida. Antes de comenzar a trabajar con su hermano en Lanús, Gustavo había sido ayudante de campo del uruguayo Gregorio Pérez en Libertad, de Paraguay, y Peñarol de Montevideo. Su experiencia es fundamental en el día a día.
Lejos del foco mediático que ocupan los hermanos, Ariel Pereyra (que en Lanús era además el entrenador de la reserva) de todos modos ocupa un papel central y su trabajo hace foco en el armado de ejercicios específicos y en los movimientos de la defensa, lugar que ocupaba en sus años de futbolista.
Entre los tres no existe el escalafón que rige en los cuerpos técnicos. En una entrevista concedida a la nacion pocos días después de asumir, Guillermo contó que cada decisión concerniente al equipo parte de tres cabezas: la suya, la de su hermano y la de Pereyra: «Convivimos desde los 15 años. Nos conocemos mucho, cada gesto, cada señal. No hay entre nosotros tres la distancia que hay entre un técnico y un ayudante. En nuestro vestuario se puede escuchar cualquier barbaridad, porque tenemos tanta confianza que nos podemos decir cualquier cosa». En los entrenamientos y los partidos, los diálogos son permanentes.
La preparación física está a cargo de alguien con fama de duro entre los futbolistas: Javier Valdecantos. Los Mellizos lo tuvieron como profe cuando trabajaba en Gimnasia con Carlos Timoteo Griguol a mediados de los 90 y después lo buscaron cuando comenzaron a dirigir. Pese a la corriente que avanzó en los últimos años de contemplar la pelota en cada uno de los segmentos de un entrenamiento, pesas, trineos, conos, estacas, vallas y diferentes circuitos no faltan en sus diagramas de preparación en cada pretemporada.
Valdecantos es secundado por Pablo Matallanas, quien se desempeñaba en las inferiores de Lanús cuando lo incorporaron al cuerpo técnico. Especializado en software de los distintos programas tecnológicos aplicados al fútbol, su tarea principal refiere a los análisis de los resultados que arrojan los GPS que los futbolistas usan durante los entrenamientos. A partir del procesamiento de esa información se establece el grado de exigencia en la preparación.
Surgido de las inferiores de Gimnasia, como Guillermo, Gustavo y Pereyra, Juan José Romero se sumó como entrenador de arqueros con la llegada a Boca, después de que en Lanús ese lugar lo ocupara Enzo Noce. Antes de incorporarse al club de la Ribera había sido parte del seleccionado argentino que dirigía Alejandro Sabella. Su trabajo específico sobre posicionamiento, reflejos y velocidad de piernas también hace hincapié en el juego con los pies de los hombres de guantes.
El grupo de trabajo que complementa al cuerpo técnico implica también al departamento médico que encabeza Jorge Batista, referencia en ámbito deportivo, y también cuenta con Pablo Ortega Gallo y Gerardo Godoy. Los kinesiólogos son Leonardo Betchakian, Sergio Brozzi, Ignacio Pasquallini y Antonio Cassino. El masajista es Pablo Rodríguez. Además, con una trayectoria de 20 años en el club, cuando comenzó a trabajar con los chicos de las inferiores, Mara Villoslada es la psicóloga que está a disposición de las distintas inquietudes que les surja a los futbolistas. En tanto, la utilería está a cargo de Cristian Ale Salem, Mario Benetti y Ariel Critelli.
Con los Barros Schelotto y su cuerpo técnico, Boca tuvo una nueva consagración en un campeonato en el que marcó el ritmo desde que alcanzó la punta en la 13ª fecha. Aun con altibajos en los rendimientos y los cambios de nombres en la formación, el equipo mantuvo una vocación ofensiva que estableció la diferencia. Esa línea se estableció en la planificación y preparación, en cada práctica y en el mensaje a los futbolistas que partió de ese equipo detrás del equipo, de ese grupo de personas que trabaja cuando lo jugadores lo hacen y, también, cuando los protagonistas descansan.