Querido Yacháchej:
Su figura pequeña se me vuelve gigante cuando a mi mente acude el recuerdo de su sano consejo, de su silencio poblado de palabras que con el correr del tiempo las fui descubriendo.
Usted Yachachej Mestro sabrá, que la palabra es una semilla que crece y usted supo plantarla en en el corazón de todos los que fuimos sus alumnos, sus discípulos.
Cuantas veces! en la lucha cotidiana recuerdo la frase de Almafuerte que solía decirme para infundirme fuerzas: …»No se de por vencida aún vencida, o aquella que alguna vez me dijo:…»Recuerde que el error más grande lo comete cuando por temor a equivocarse, se equivoca dejando de arriesgar en el viaje hacia sus objetivos». «No la premiarán por lo que encontró, sino por lo que buscó honestamente».
Gracias profesor por todo el caudal de agua pura que depositó en mí, con ella pudo regar el huerto de mi docencia.
Ana Maria Campos