Un hotel alojamiento, lazos políticos y una guerra con narcos peruanos: los impactantes detalles de las escuchas de la barra de Independiente

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Un anónimo. En realidad, una fachada para poder iniciar una investigación. Eso es, ni más ni menos, un anónimo muchas veces en la Justicia. En marzo de este año, y cansado de ver cómo los barras seguían impunemente manejándose como si el Conurbano fuera su casa, el jefe de la Agencia de Prevención en la Violencia en el Deporte se presentó ante la Justicia de Lomas de Zamora. Y dijo eso: un anónimo llegó con esta información. Esta información eran los rumores que siempre se diseminaron en el fútbol y que pocas veces, por la complicidad del sistema, se podían probar: que las barras manejaban un montón de ilícitos alrededor del espectáculo deportivo y que un famoso representante de jugadores presuntamente los apoyaba para que no se metieran con sus futbolistas ni con los técnicos que él manejaba. Ese anónimo decía que el representante sería Cristian Bragarnik y que por ejemplo, el DT Mauricio Pellegrino habría tenido que pagar, previa extorsión, 400.000 pesos al líder de la barra brava de Independiente, Pablo «Bebote» Álvarez, para poder estar al frente del plantel. También decía que el dirigente Noray Nakis, vicepresidente del club, era el contacto más fluido de los violentos con la institución y, que así como Bebote manejaba la tribuna, Eduardo «Pachi» D’Aquila, otro conspicuo miembro de la barra, dueño de una distribuidora de GNC, también vinculado a Camioneros, manejaba todo desde la platea.

Los fiscales José Luis Juárez y Verónica Giorgi no salían de su asombro. Había en esa denuncia dinamita pura: era tarea de ponerse a investigar. Ocho meses después, el círculo fue cerrado en una madrugada caliente cuando ordenaron la detención de toda la cúpula de la barra y del propio Nakis por el delito de asociación ilícita. En el medio, cayó otro peso pesado: Roberto Petrov, el «Polaco», histórico guardaespaldas de Hugo Moyano, miembro del sindicato y un hombre muy cercano a Pablo Moyano, actual líder de Camioneros.

Además, también tienen en la mira a otro dirigente, el poderoso «Yoyo» Maldonado, secretario general del club, tesorero en Camioneros y mano derecha de los Moyano, de quien sospechan que presuntamente les daba entradas para la reventa, así como también a Ruben Frette, un alto funcionario del gremio Utedyc, el que se encarga de los molinetes en las canchas. Todo en un combo que se asienta en una investigación que tuvo más de 30 teléfonos intervenidos y mucha tarea de campo.

Los fiscales, que trabajaron en conjunto con el juez de Lomas de. Zamora, Gabriel Vitale, iban sumando delitos en cada escucha telefónica. En las 196 fojas que tiene la causa quedaron probados que la barra de Independiente manejaba los trapitos, los puestos de comida y bebida, el merchandising ilegal y la reventa de bonos y alquiler de carnets para ingresar al estadio los días de partido. Aún se está haciendo el arqueo de caja, no sólo de los pesos secuestrados, sino también de los montos que se cambiaban a dólares en una cueva del microcentro. Pero la suma inicial es impactante: se habla de un negocio que supera largamente el millón de pesos mensual y que permitió darse lujos impensados a una veintena de barrabravas, que también han sabido cultivar vínculos con la política: la barra de Independiente consiguió casas del plan Procrear, tal como queda establecido en una conversación de Adrián García, y pintó todo el sur del GBA para las campañas de Unidad Ciudadana de agosto y octubre pasado, sin meterse en la zona de Lanús, donde para el oficialismo pintaba la barra del «Granate», tal como también queda de manifiesto en otras tantas escuchas que Infobae presenta en exclusiva.

La mecánica de la barra era clara: su jefe, Pablo Alvarez, mantenía el control y recibía a los suyos en los locales que compró en la cortada Bochini, al lado del estadio, donde pensaba poner un súper shopping de Independiente llamado «Los Diablos Rojos». Ahí se determinaba el accionar: el Polaco Petrov era quien tenía la relación con la dirigencia, tal como lo manifiestan sus escuchas con Maldonado, y era quien se llevaba los bonos para revender los días de partido. La facción «La Pepsi» era la encargada de manejar los trapitos. El Tortuga García, que trabaja como inspector en la Municipalidad, el nexo con la intendencia. Las facciones de Wilde debían cobrar lo de la comida y bebida y, la de Pilar, aportar los micros. Toda una organización preestablecida para lucrar con el club. Y las ganancias exorbitantes según la Justicia se blanqueaban por dos vías distintas: la sobrefacturación de un hotel alojamiento ubicado en Guernica, que había comprado Noray Nakis y que había utilizado a la barra de Independiente como fuerza de choque para quedarse con el lugar por el que pujaba con otra gente, y la adquisición de dólares para atesorar, acción que presuntamente se haría en la calle Libertad, detrás de la joyería que Nakis tiene y de la que salió el famoso anillo de Todo Pasa, que usaba Julio Humberto Grondona, y que también tenía una réplica con la leyenda Todo Vuelve el propio «Bebote» Alvarez. De hecho, el barra y la familia Nakis fueron socios comerciales en una inmobiliaria que alquilaba locales en la calle Florida.

La causa también deja al descubierto que la barra manejaba una cooperativa que tenía planes sociales y que tenía vínculos con la máxima dirigencia de la UOCRA. En una escucha «Bebote» le pide a su par de Platense, Alejandro Raba Torres, que le mande cinco micros llenos de barras para un trabajito que le pidió el gremio de la construcción. La investigación también deja al descubierto cómo la barra mejicanea al propio club y decide quedarse con dinero en vez de viajar a alentar al equipo al partido contra Deportes Iquique en Calama, Chile, por la primera fase de la Copa Sudamericana. La institución habría aportado 150.000 pesos, pero teniendo en cuenta la duración del viaje y la posibilidad de que no los dejen cruzar la frontera, deciden guardarse el dinero los capos y olvidarse del tour futbolero.

Distinta fue la situación para viajar a Lima, Perú, al partido contra Alianza Lima por la misma Copa. Con una agencia de viajes de la zona Sur deciden viajar una treintena logrando un costo por pasaje de 8.700 pesos, pero un viernes se hace la reserva y «el lunes cuando el club me da el resto te completo», se lo escucha decir suelto de cuerpo al inefable «Bebote».

En el caso de los carnets para la barra hay escuchas donde el custodio de Moyano, Roberto Petrov, habla con «Yoyo» Maldonado avisándole que le deja la lista de gente que necesita con los plásticos, incluyendo 20 de nacionalidad colombiana. Ninguno de éstos pagaba su cuota social, aunque estaban siempre al día. En el curso de los ocho meses de trabajo también queda claro el manejo de los molinetes, el levantamiento de quiniela clandestina y hasta el presunto trabajo de sicarios de dos miembros de la barra que son llamados para poner orden en un barrio. Y hasta se meten con un grupo peligrosísimo de narcos peruanos: hay una serie de escuchas en la cual uno de los barras vende 700 tickets falsos a un enviado del país latinoamericano para el partido de Argentina y Perú. Éste deja una seña y debe pagar el resto a la semana, pero en el medio descubre que son falsos. Ahí «Bebote» pone en alerta a su gente diciendo que no vayan a buscar el resto del dinero porque la iban a estar esperando personajes pesados de la villa 1-11-14 para liquidarlos. Todo como si fuera una serie de Netflix, pero bien argentino, y bien real.

La causa también se mezcla con la de la extorsión al técnico Ariel Holan, la que puso en prisión hace 20 días a Bebote Alvarez. Hay varias escuchas sobre el tema, que no sólo comprometen a los barras en el accionar contra el entrenador, sino que también dejan en claro que un dirigente que estaba en el predio ese día liberó la zona para que se produjera el hecho. Y la Justicia sospecha una vez más que ese dirigente es Noray Nakis.

¿Qué puede pasar ahora? El juez Vitale deberá indagar desde mañana a todos los detenidos. Los barras, si responden a su historia, harán un pacto de omertá e intentarán zafar por otros medios. En cambio es interesante lo que puedan aportar el propio Nakis y Héctor Maldonado. El primero como arrepentido para zafar de la prisión. El segundo como testigo protegido para no caer en la prisión. En el medio, la Justicia está investigando un accionar similar en las barras de Lanús y Banfield donde, se asegura, habrá noticias fuertes también antes de fin de año.

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