Violentas protestas sacuden a Palestina por el polémico giro de Trump sobre Jerusalén

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Miles de palestinos chocaron con tropas israelíes en Cisjordania y manifestantes quemaron en Gaza carteles del presidente Donald Trump y banderas estadounidenses e israelíes, en medio de creciente indignación árabe y musulmana por la decisión del mandatario de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

El líder del movimiento islamista Hamas, por su parte, llamó a un nuevo levantamiento armado contra Israel como los que en décadas pasadas dejaron miles de muertos palestinos e israelíes en disturbios, enfrentamientos y atentados en Israel y Palestina.

Al menos 25 palestinos resultaron heridos en las protestas, en su mayoría por disparos de soldados israelíes, incluyendo uno que quedó en estado crítico, informaron la Media Luna Roja y autoridades palestinas.

En Cisjordania, multitudes prendieron fuego a neumáticos y arrojaron piedras contra los soldados, luego de que el Ejército israelí desplegara varios batallones adicionales en la región ocupada en previsión de desmanes durante las manifestaciones.

En la ciudad bíblica de Belén, los soldados lanzaron gases lacrimógenos y chorros de agua desde camiones para dispersar a los palestinos, en disturbios que amenazan con empañar las celebraciones de Navidad en la ciudad donde nació Jesús.

En Ramallah, sede del gobierno palestino, cientos de jóvenes quemaron gomas y tiraron piedras a soldados israelíes que custodiaba un puesto de control en el norte de la ciudad.

En Hebrón, cientos de palestinos lanzaron piedras contra los soldados, que respondieron con «medios de control de masas», informó el Ejército israelí, que agregó que dos manifestantes fueron heridos y seis fueron arrestados.

Los desórdenes se extendieron a las ciudades cisjordanas de Kalkilia, Tulkarem y Naplusa. En Jerusalén Este también hubo altercados, sobre todo cerca de la Ciudad Vieja.

La decisión de Trump, y su orden de iniciar el proceso para trasladar a Jerusalén la embajada estadounidenses en Tel Aviv, rompen con décadas de política de Estado norteamericana y de garantías internacionales a los palestinos de que el status de la ciudad sagrada debe determinarse en negociaciones de paz con Israel.

Los palestinos quieren que la parte oriental de Jerusalén, o Jerusalén este, capturada por Israel en una guerra en 1967 y luego anexionada, sea capital de su futuro Estado.

Las mayores protestas contra la decisión se esperan mañana, el día sagrado islámico, cuando los palestinos y los musulmanes en general se reúnen en las mezquitas a rezar.

En la Franja de Gaza, el líder del movimiento islamista Hamas, Ismail Haniyeh, llamó a los palestinos a iniciar mañana una nueva «Intifada» contra Israel, como las dos ya protagonizados en las décadas de 1980 y 2000, que dejaron más de 4.000 muertos,
entre palestinos e israelíes.

«La decisión estadounidense es una agresión a nuestro pueblo y una guerra a nuestros santuarios», dijo Haniyeh en un discurso, antes de llamar a los seguidores de Hamas a «estar listos para cualquier orden».

«Queremos que el levantamiento dure hasta que Trump y la ocupación lamenten esta decisión», agregó, aludiendo a Israel, que ocupa Cisjordana, donde se ubica Jerusalén, desde la Guerra de los Seis Días, de 1967.

Más tarde, cientos de palestinos se manifestaron en Gaza contra la decisión del mandatario republicano, quemando banderas estadounidenses e israelíes, neumáticos y carteles de Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

El Ministerio de Saluda de Gaza, controlado por Hamas, informó que soldados israelíes dispararon contra manifestantes que se acercaron a la zona fronteriza e hirieron a seis de ellos, uno de los cuales quedó en estado crítico.

La Media Luna Roja informó que hasta primera hora de la tarde atendió a 53 personas en Cisjordania: 34 por inhalación de gas lacrimógeno, cinco con heridas de bala, 10 con heridas de balas de goma y otros cuatro con golpes y contusiones.

En Jerusalén este se sitúa la Ciudad Vieja, donde se encuentran algunos de los lugares más sagrados para el judaísmo, el islam y el cristianismo.

Aunque Israel dice que toda Jerusalén es su capital «única e indivisible», la comunidad internacional no reconoce a Jerusalén este como parte de Israel, y todos los países del mundo, incluyendo a Argentina, tienen su embajada ante Israel en Tel Aviv.

Aunque la decisión de Trump no tiene ningún impacto en la vida cotidiana en la ciudad, conlleva un profundo significado simbólico y es vista por los árabes y musulmanes como un prejuzgamiento sobre una cuestión que debería decidirse en negociaciones y, más aún, un intento de imponer una solución sobre el tema a los palestinos.

Netanyahu, quien ayer valoró la «justa y valiente» decisión de Trump, dijo hoy que el presidente estadounidense «se ató para siempre» a la historia de Jerusalén y aseguró que otros Estados estaban siguiendo sus pasos.

«Ya estamos es contacto con otros Estados que harán un reconocimiento similar», dijo a la prensa en la Cancillería israelí, en Jerusalén.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, dijo ayer que Trump, con su decisión, destruyó la credibilidad de Estados Unidos como mediador de la paz en Medio Oriente, un rol que ha ejercido de manera exclusiva durante más de dos décadas de negociaciones intermitentes destinadas a crear un Estado palestino al lado de Israel.

Las conversaciones, estancadas en año recientes, no han logrado concretar el sueño palestino de fundar un Estado independiente en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén este.

De manera paralela, Israel ha expandido las colonias que desde 1967 construyó en tierras capturadas en la guerra, pese a afirmar que quiere negociar la paz.

La Prensa

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