El príncipe Harry, sexto en la línea de sucesión de la corona británica, se casó pasadas las 12.30 (8.30 en Argentina) con la actriz estadounidense Meghan Markle en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, en cuyos alrededores se apostaron decenas de miles de personas que siguieron la ceremonia a través de pantallas gigantes.
La novia llegó al altar de la mano del príncipe Carlos, padre de Harry y William, y ofició la boda el reverendo David Conner, decano de Windsor, aunque antes brindó un encendido discurso el obispo afroamericano Michael Bruce Curry, de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, que habló de la pareja y el «poder del amor».
Tras las palabras de Curry, el coro de gospel The Kingdom Choir interpretó una versión del clásico «Stand by me».
Luego, la pareja dio el «sí» frente al altar, intercambiaron los anillos y Conner «los proclamó marido y mujer. Lo que ha unido Dios nadie podrá separarlo», cerró el reverendo en la Capilla de San Jorge, ante unos 600 invitados.
Las decenas de miles de asistentes presenciaron la ceremonia en un silencio sepulcral, sentados en el pasto y a lo largo de la avenida The Long Road, que se extiende por unos 4 kilómetros y finaliza en el ingreso principal del lugar de la ceremonia.
La llegada de Doria Ragland, madre de Meghan, despertó fuertes aplausos del público, que también vivó el arribo de su hija y del resto de los integrantes de la monarquía, incluso la reina Isabel II, de 92 años.
Tras la ceremonia, la pareja participa de una procesión de carruajes y saluda a los asistentes a la pequeña localidad de Windsor, ubicada a 34 kilómetros de Londres.
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