Sergio Massa se sale de la vaina.
—Estos tipos están locos, destruyen la clase media y se hacen los distraídos —levanta la voz mientras balancea la cabeza de un lado al otro.
Las críticas al gobierno retumban en las oficinas de Avenida Libertador al 800, donde el candidato presidencial pergeña su futuro.
Su equipo de prensa describe la escena que acaba de presenciar en la salón principal. No hay nada que distraiga en ese ambiente despojado, salvo cuatro pantallas LED al otro lado de una larga mesa negra.
Es una noche fresca. Afuera hay un tránsito ruidoso y en el hall de entrada Infobae pugna por unas palabras del líder del Frente Renovador.
Hace tiempo que Massa está sumergido en un prolongado y estudiado silencio. Es parte de una estrategia que explicaba con una máxima de Napoleón Bonaparte: «Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error«.
Pero en su filas y en vastos sectores del peronismo le empezaron a reclamar presencia. En un partido atomizado y sin conducción —dijeron—, es tiempo de empezar a marcar un andarivel por dónde transitar, sobre todo ante un escenario económico acuciante.
El inquieto aspirante a la Casa Rosada se vio obligado a obsequiar una mínima definición sobre los «cuadernos de la corrupción» cuando fue abordado por la prensa en Santiago del Estero («me impactó y me dio bronca«, dijo, escueto), lo mismo al salir de la reunión que el peronismo mantuvo en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde le pidió a Macri «una mesa de trabajo con los gobernadores para tratar el Presupuesto«.
Tanto bajo perfil ya había inquietado a Graciela Camaño, la laboriosa madrina del Frente Renovador, y sobre todo al senador Miguel Ángel Pichetto, quien un día encaró al ex intendente de Tigre y le dijo sin vacilar: «Desde el silencio es imposible construir algo. Tenés que hablar«.
Semejante ostracismo permitió que aflorara, primaveral, el deseo de Felipe Solá, un hombre fuerte de su espacio, de competir por la candidatura presidencial ¿Una afrenta? Y más aún: alentó a Eduardo Duhalde a promover lo propio con Roberto Lavagna, el principal asesor económico de Massa.
Si hubo sucesión de tormentas, pensó Duhalde citando a Macri, qué mejor que catapultar a un «piloto de tormentas» como el ex ministro, siempre asociado a la salida de la crisis de 2001. Sin embargo, fue el propio Lavagna el que lo llamó en las últimas horas para negar su intención de participar en competencia alguna.
Apropósito de Lavagna, una anécdota lo ubica como otro de los renovadores que hizo votos para que Massa recuperara protagonismo. Fue cuando un multimediático periodista especializado en economía le solicitó una entrevista. «Si Sergio, que habla hasta por los codos, no habla ¿vos querés que hable yo? Esperemos a que hable él«, le negó la nota mostrando, a la vez, su encolumnamiento.
Finalmente, el líder del espacio entendió que la falta de obligaciones institucionales, por carencia de un cargo ejecutivo o legislativo, no era razón para seguir jugando a las escondidas. Y así fue que, a pedido de varios mandatarios provinciales, en especial de Carlos Verna, de La Pampa, y Juan Manzur, de Tucumán, desembarcó en el CFI, y comenzó a tomar contacto con el «peronismo que gobierna«. O sea, con gobernadores, intendentes, diputados y senadores del PJ.
«Destrozaron a la clase media. Destrozaron su poder de compra. Y nosotros vamos a defender a la clase media trabajadora que ellos destrozaron», les dijo a todos puertas adentro, en una línea argumental que comenzarán a repetir sus acólitos en los próximos días.
—¿Cómo la destrozaron? —le pidieron precisiones, lapiceras en mano, desde su equipo de asesores.
—Mintiéndole. Macri ya le había mentido a las clases populares con la inflación, las jubilaciones y sacándole Fútbol para Todos. Pero, además, le mintió, y mucho, a la clase media.
—¿Qué mentiras? —volvieron a la carga, ávidos de letra para hacer circular por WhatsAppentre las distintas líneas del Frente Renovador.
—También con la inflación. Y con los tarifazos, la suba de tributos y la no eliminación del impuesto a las ganancias ¿Y saben qué?
—¿Qué?
—También le mintieron a los mercados. El 28 de diciembre pasado el gobierno mintió con la meta de inflación. Hablaron del 15%. Y después volvieron a mentirle al Fondo Monetario con lo mismo. Y si Macri no cambia el rumbo económico la inflación va a seguir creciendo. Eso hay que decir. Nosotros vamos a sostener la gobernabilidad pero tiene que cambiar esta política de ajuste, hay que poner dinero en el bolsillo de la gente.
Seguramente ese discurso es el que exhibirá en La Rioja, cuando aterrice más cerca del próximo fin de semana, y sobre todo en el Centro Internacional para Académicos de Woodrow Wilson, en Washington, adonde arribará el 15 de octubre para hablar del presente de la Argentina.
Massa avizora a un Macri debilitado. Está convencido de que la autoridad presidencial fue desafiada de manera impiadosa por la UCR y Elisa Carrió, los principales socios de la coalición gobernante.
«Los radicales fueron Olivos a decirle que ninguno aceptaba un ministerio. Y Lilita lo apuró por Twitter«, chicaneó en una conversación con una avieso escudero. «Encima, después apareció Avelluto y la dijo ‘gato'», rememoró, jocoso, cuando el secretario de Cultura figuró la relación indisoluble de Macri y Marcos Peña como la de Tom y Jerry.
La descripción no es ingenua. El líder del Frente Renovador apunta al electorado desilusionado de Cambiemos. Está convencido de que esos votos lo tendrán como primera opción, no sólo en desmedro de Macri sino de la propia Cristina Kirchner, sus enemiga interna en el espacio justicialista.
Esa certeza la blanqueará la semana entrante, cuando acceda a una serie de entrevistas con los medios, que con tanto ahínco viene esquivando.
Hasta hoy su marketing electoral fue a fuerza de imágenes, como las que distribuyó el viernes tras visitar la muestra fotográfica «Once», que se realizó en el Espacio de Arte de la AMIA, en el marco de la celebración del año nuevo judío. De ahora en más promete que las fotos vendrán acompañadas de palabras.
—¿Por qué se rehusó a hablar públicamente? —le preguntó Infobae.
—Algo dije en los últimos días. Pero ya voy a arrancar. No quiero sumarme a una guerra de vanidades.
—Permítame una pregunta sobre la situación económica…
—…Ya voy a hablar, ya voy a hablar —interrumpió— Lo único que le voy a decir es lo que le digo a mi equipo, que Macri destruye a la clase media ¡La destruye! —tiró el latigazo al salir a paso raudo de sus oficinas.
—¿Usted cree que la inflación es el talón de Aquiles del gobierno?
Massa hizo una pausa en su marcha, pensó unos segundos, y ofreció una frase de despedida que sonó a slogan de campaña.
—Macri dijo que iba a demoler la inflación y terminó demoliendo a la clase media.
Diego Schurman/Infobae