¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy?

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Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO

Viernes IV de Cuaresma

  1. Oración inicial

Bendito seas, Señor, por este nuevo día que nos regalas. A tus pies están todos mis esfuerzos, mis sacrificios y mis momentos de alegría y cruz, para que todos ellos redunden en el bien de tu santa Iglesia. Amén.

2.Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (7, 1-2.10.14.25-30)

Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, él también subió, pero en secreto, sin hacerse ver.

Promediaba a la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar. Algunos de Jerusalén decían: “¿no es este Aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es”.

Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”. Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor

  1. Meditación

Los fragmentos del Evangelio que vamos a leer tanto hoy como mañana, narran una pequeña controversia entre Jesús y algunos judíos que todavía se resistían a creer en Él como el Cristo, el Mesías.

Nos dicen los primeros santos de la Iglesia, que los principales escépticos eran los de Jerusalén, quienes más prodigios habían podido ver. Y muchos decían que Jesús no podía ser el Mesías porque sabían cuál era su pueblo de origen, cuando la Escritura supuestamente decía que ese lugar iba a permanecer en secreto.

De hecho, las profecías decían que el Mesías debía nacer en Belén de Judá, tal como sucedió con Jesús, que nació en el pesebre de Belén; y que sería llamado “Nazareno”, pues efectivamente Jesús pasó los treinta años de su vida en su hogar en Nazaret.

Pero Jesús les dice: “¿Con que ustedes saben de dónde soy?”, dándoles a entender que Él sabía que no tenían ni la más remota idea de dónde era realmente Jesús. San Agustín nos dice que, efectivamente, todos conocían su origen humano, su lugarcito en el mundo, su hogar, su patria. Pero no tenían en claro cuál era su origen divino: desde la eternidad, en el Padre. Así, Jesús les da a entender que no solamente tiene un origen humano, sino que también deja en claro que tiene un origen divino. Él es el enviado del Padre, para comunicarnos su amor y su gracia, para llevarnos hacia la Vida Eterna.

Nosotros, como bautizados, estamos llamados a amar a Dios para conocerlo con mayor familiaridad, y luego ser enviados a ser signos de Dios en medio del mundo con nuestra prédica y nuestro estilo de vida cristiano. No supongamos nunca que ya conocemos a Dios, porque Él siempre tiene un rostro nuevo para mostrarnos. ¡Ojalá estemos atentos para poder reconocerlo!

 

  1. Comunión espiritual

Señor, te doy gracias por haberme llamado, por el bautismo, a ser hijo del Padre, hermano tuyo, templo del Espíritu Santo. Te pido que derrames sobre mí tu gracia, y como no puedo recibirte hoy sacramentalmente, ven al menos espiritualmente, para confirmar este bautismo e imprimir en mi alma el sello de unión de la Eucaristía.

 

  1. Oración final

Jesús, enviado del Padre, te doy gracias por este momento de oración que me has permitido vivir en tu presencia. Concédeme servirte con esperanza y alegría, para que pueda ser luz para mis hermanos, esperanza de los débiles, y pueda vivir el amor fraterno con todos los que me necesiten.

Protege al mundo y a tu Iglesia del avance del coronavirus, dale salud a los infectados y el descanso eterno a los que han fallecido.

Que la Virgen María y San Roque nos protejan y oren siempre por nosotros. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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