Como acontece en todos los hogares, el aislamiento obligatorio empieza a traer consecuencias paralelas. A esta altura del tiempo transcurrido no solo tiene que ver con poder salir a disfrutar del aire libre o a realizar distintas actividades puertas afuera, como antes de que esto se iniciara, sino que va más allá. Por caso, llevar adelante ciertos actos que también son esenciales para las personas y que por lo que vivimos, a algunos les cuesta más y otros, en cambio, ni siquiera lo pueden realizar.
Desde que Jimena Barón llegó de Miami, se instaló en su departamento con Momo, el hijo que tuvo junto al futbolista Daniel Osvaldo, y nunca más se movió del lugar. Las redes sociales fueron su pasatiempo favorito en los instantes en los que el nene le permitía tener. Cocinar, hacer gimnasia, fueron otras de las actividades predilectas. Así cumple a rajatabla con la medida que dispuso el Gobierno, que entró en vigencia el 19 de marzo.
Desde entonces, y si bien se porta de maravillas con el pedido para que el coronavirus no se propague, la actriz cuenta los días, las horas, los minutos y hasta los segundos. El aislamiento empezó a causarle efectos que empiezan a repercutir en la convivencia con su hijo y empezó a exteriorizarlos para que no le causen un mal menor. Dejarlos salir y compartirlos con los miles de seguidores que tiene en sus redes sociales le sirve, al menos por ahora, para empatizar con historias similares y no sentirse tan sola. También le habló a otras mujeres que pasan por lo mismo, y tal vez, no se animan a decirlo.
Sumando palitos en la pared, cual preso espera la fecha para salir en libertad, Barón hace lo propio para poder tener sexo. En su caso, que vive sola, parece estar presa de la incontinencia. Ya no la entretiene jugar con su pequeño, subir videos divertidos en sus redes sociales, leer, ni nada por el estilo.
“Yo estoy leyendo este libro de historia francesa. Está buenísimo que nos hagamos los espirituales y los cultos en cuarentena, pero va a terminar esto en algún momento y estaría bueno ir organizando… cog…”, fue la frase con la que empezó a relatar con picardía, aunque poniendo en contexto su caso, con la seriedad que lo requiere. Sin nada de humor.
Según sus palabras, ese estado de ánimo lo perdió producto, justamente, de no tener intimidad. “¿Alguien más con el síndrome de cara de culo intimidante que anula el oso cariñoso que tienen adentro?», fue otra de sus frases.
Fiel a su estilo, sin medir palabras ni mucho menos ponerse a analizar en detalle sus frases, prosiguió: «Así como uno organiza su interior, la casa, ordenás, tirás cosas, limpias, esto también se puede ir organizando. Para cuando liberen y todas ya podamos cog…”. Nada de dar vueltas ni querer parecer políticamente correcta.
Pero además, y por si todavía hiciera falta, enfatizó en que si una mujer tiene el deseo no debe reprimirse por miedo al qué dirán. “Esa boludez del misterio, de que la mujer debe ser misteriosa, dejarlo a la imaginación…¿Qué voy a dejar a la imaginación? ¡Estoy re caliente! Hace 40 días que estoy acá encerrada con el pibe”, reflexionó.
Por último, hizo foco en quienes la critican por frases como estas o subir videos mostrando su cuerpo. “Muy regalada estás, seduce el misterio, ¿seduce el misterio? Garch…a un fantasma”, finalizó su catarsis sobre el tema, enojada con los haters de siempre.