El panorama respecto al coronavirus y sus implicancias varía según el punto del mapa. En España y Francia, decenas de millones de personas recuperaron parcialmente la libertad de circulación este lunes con el levantamiento de numerosas restricciones impuestas para luchar contra la pandemia del coronavirus. En cambio, en Corea del Sur y China reaparecieron casos que renuevan los temores a una segunda ola.
En España, uno de los países más afectados con más de 26.700 muertes aunque el número de decesos va en descenso, se permiten reuniones en grupos de hasta diez personas, sentarse en terrazas con aforo limitado o acudir a tiendas sin pedir cita previa. Pero Madrid y Barcelona seguirán bajo las restricciones.
En Francia, el confinamiento desde el 17 de marzo también parece haber dado resultado pues ha caído la cifra diaria de muertos a 70 el domingo. Pero también con más de 26.000 muertos, las autoridades pidieron prudencia, ahora que millones salen de casa y regresan al trabajo para reactivar una economía que lleva dos meses casi parada.
Un ejemplo del levantamiento de la cuarentena, es que este lunes, el metro de París estaba casi igual de lleno que antes del confinamiento.
Panorama mundial
China: en diciembre, la enfermedad había causado más de 280.000 muertos y contagiado 4,2 millones en 195 países, según el último recuento de la AFP a partir de fuentes oficiales. En estos días se comenzó a alimentar la idea de una segunda ola que se hizo efectiva cuando se informó de cinco nuevos casos de coronavirus en Wuhan.
Reina Unido: con casi 32.000 muertos, el primer ministro Boris Johnson, fue blanco de duros ataques de la oposición y los sindicatos debido al plan de desconfinamiento anunciado la víspera, que calificaron de «contradictorio» y peligrosamente «confuso».
Italia: le sigue al Reino Unido con unos 30.500 muertos, sigue mejorando y registró este lunes por primera vez menos de mil enfermos en cuidados intensivos.
Shangai: el parque de atracciones Disneyland volvió a abrir este lunes pero con restricciones. «Hemos pasado dos meses encerradas, era un aburrimiento mortal», dijo a la AFP una visitante acompañada por una niña de cinco años.
Corea del Sur: registró el lunes 35 nuevos casos, el mayor número en más de un mes debido a la aparición de un foco en un barrio de salidas nocturnas de Seúl.
Alemania; se superó la tasa crítica de 50 nuevos contagios por 100.000 habitantes, ante lo cual la canciller Angela Merkel insistió en que es «muy importante» que la gente respete las medidas de distanciamiento.
Perú: con el grito de «ayuda», un grupo de internas de un penal de mujeres en Lima realizan una protesta después de que una presa diera positivo por coronavirus.
Nicaragua: según el gobierno solo hay 16 casos y cinco muertos. Sin embargo, según un conteo independiente del Observatorio Ciudadano, hay más de 780 casos sospechosos. El jefe de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica, Michael Kozak, exigió este lunes al presidente Daniel Ortega «sincerarse» sobre lo que ocurre en ese país.
Rusia: hay más de 10.000 casos diarios y el presidente Vladimir Putin anunció el fin a partir del martes del periodo de desempleo pagado, dando señal de una salida «paso a paso» de las restricciones del confinamiento. «Pero la lucha contra la epidemia (del nuevo coronavirus) no acaba. El peligro se mantiene», advirtió.
India: con casi 63.000 casos y más de 2.100 muertes, comenzó el proceso de desconfinamiento, pero sigue prohibiendo los viajes entre Estados, así como los vuelos nacionales e internacionales.
Por otro lado y en medio de una carrera contrarreloj en varios países para obtener una vacuna, Estados Unidos acusará públicamente a China de intentar piratear sus investigaciones en este sentido, según los diarios estadounidenses The Wall Street Journal y The New York Times.
En Pekín, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, rechazó las acusaciones, afirmando que su país se opone firmemente a los ciberataques.
El gobierno de Donald Trump acusa a China de haber tardado en alertar al mundo de la epidemia, que deja en Estados Unidos casi 80.000 muertos, el saldo mortal más alto del mundo en un solo país, y más de 1,3 millones de contaminados, incluso dos en la propia Casa Blanca.