Marcelo Gallardo insistió durante seis años y, cuando se pudo, tuvo su recompensa. River decidió invertir 200 millones de pesos para renovar el Monumental y la mayor obra se realizó en el campo de juego, que ahora estará a la altura de los mejores del mundo con un novedoso y complejo sistema híbrido.
El césped estaba muy desparejo, con grandes diferencias de altura y problemas serios de drenaje. El Muñeco, impulsor de una idea de juego en la que la pelota viaja rápido y necesita del mejor terreno posible, lo notó al llegar y empezó a pedir mejoras, pero ninguna había podido ser tan profunda.
Gracias al sistema nuevo, en el que se cambiaron por completo las viejas cañerías, atrás quedarán grandes inundaciones como las de Argentina-Brasil por las Eliminatorias (2015) y River-Quilmes de 2016, ambos partidos suspendidos, o el Superclásico de 2014 que se disputó bajo un diluvio y terminó 1-1. Lo mismo con los cambios de semillas para las diversas estaciones del año, que muchas veces dinamitaban el terreno.
La pandemia abrió el panorama para la dirigencia y Gallardo dio el visto bueno. Así, el equipo solamente tuvo que resignar la localía en el tramo final de la temporada atípica y sin público en las tribunas. Para tener un terreno similar, con dimensiones como las de Núñez, se mudó al Libertadores de América de Independiente, que además saldó así una deuda pendiente.
