Los líderes del G7 insistieron en Londres a finales de agosto en que Afganistán «no debe volver a ser un santuario para el terrorismo y una fuente de ataques contra otros países».
Los bancos de la City, corazón financiero de Londres, son acusados regularmente por las oenegés que combaten la corrupción de no hacer lo suficiente para impedir el blanqueo de capitales, aunque las entidades aseguran cumplir la ley y que su sector gasta miles de millones de libras al año en la lucha contra los delitos económicos.
El Reino Unido confirmó por otra parte el miércoles que había iniciado conversaciones con los talibanes para garantizar el «libre paso» de sus nacionales y aliados fuera de Afganistán.
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