Nervios y preocupación: las caras de los rugbiers en el banquillo de los acusados por el crimen de Báez Sosa

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A los ocho rugbiers acusados por el crimen de Fernando Báez Sosa se los vio con nervios y preocupación, sentados en el banquillo en el inicio del juicio por el asesinato del joven a la salida del boliche Le Brique en enero de 2020. En el comienzo del proceso la jueza María Claudia Castro les pidió que se levantaran y quitaran momentáneamente los barbijos, los identificó uno por uno y luego les leyó las acusaciones que se les imputan.

Dos móviles del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) trasladaron a Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, y Luciano, Ciro y Lucas Pertossi desde la Unidad 6 de Dolores hacia los tribunales. Hubo un fuerte operativo de seguridad durante el traslado, con unos 20 agentes del SPB y de la Dirección de Operaciones Especiales (DOE) que custodió el móvil penitenciario.

Desde el tribunal integrado por los jueces Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari les advirtieron a los rugbiers que estén “atentos porque en este debate se va a resolver la situación procesal” de cada uno de ellos.

Tras la lectura de la acusación expuso el abogado querellante, Fernando Burlando, que pidió perpetua para los rugbiers acusados por el asesinato de Baéz Sosa: “El asesinato quedó registrado claramente que de acá en más solo hay que abrir los ojos. Los acusados deberán responder a título de coautores. Vamos a solicitar la pena de prisión perpetua”.

El abogado de los acusados por el crimen de Báez Sosa, Hugo Tomei, pidió la suspensión del juicio: “Solicitaré la suspensión del debate después de mis alegatos, se violó el principio de inocencia, hubo una imputación express”.

La madre de Báez Sosa, Graciela Sosa, dijo previo al inicio del juicio por el asesinato de su hijo que los ocho rugbiers acusados por el crimen “no tienen perdón”. La mujer dijo que le gustaría saber por qué los acusados por el asesinato mataron a su hijo Fernando y consideró que son “tan cobardes” que no cree que le vayan a pedir perdón por el crimen del joven.

La mujer dijo mientras caminaba hacia los tribunales de Dolores, acompañada por su esposo Silvino Báez: “Nuestra vida es un calvario, levantarse y no estar con él no es vida”. Dijo que siente que su corazón “está destrozado, como una herida sangrante que no tiene cura”, y que tiene “un dolor muy grande”.

Fuente: tn

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