Dentro de sus preocupaciones, el pontífice incluyó además «quien sufre en el silencio de nuestras ciudades y necesita ser acogido y escuchado», además del «destino del planeta en el que vivimos y que estamos llamados a custodiar para entregárselo a los que vendrán después de nosotros».
«Nos interesa y nos importa todo, incluso el entorno digital en el que estamos inmersos y que estamos llamados a cambiar para hacerlo cada vez más humano», añadió.
En su prefacio, Francisco analizó la situación de la juventud mundial y consideró que «los llamados nativos digitales, los chicos de nuestro tiempo, corren el riesgo cotidiano de autoaislarse, de vivir en el ambiente virtual gran parte de su existencia, haciéndose presa de un mercado agresivo que induce a falsas necesidades».
«Con la pandemia de Covid-19 y la experiencia del encierro, estos riesgos han aumentado aún más», analizó el pontífice, antes de plantear que «salir de casa, salir con compañeros de viaje, vivir experiencias fuertes de escucha y oración, combinadas con momentos de celebración, y hacerlo juntos, hace que estos momentos sean preciosos para la vida de cada uno».
«La juventud es sueño, es apertura a la realidad, es descubrimiento de lo que realmente vale la pena en la vida, es lucha por conquistarlo, es abrirse a relaciones intensas y verdaderas, es compromiso con los demás y para los demás», finalizó el Santo Padre.
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