Asimismo, recordó que «en la recuperación de la democracia, al cabo de la noche más oscura, se soñaba con un ideal democrático con valores populares, que garantizarían la igualdad, el desarrollo económico, la integración republicana de la nación».
«Sin embargo, las pujas en lo económico y en lo político abrieron la puerta para una crisis de representación en las instituciones que fue de la mano con un proceso de desintegración y fragmentación del cuerpo social», precisó.
«La democracia condicionada»
La Iglesia, en el documento que se conoció este domingo, afirmó que se encuentran «ante una democracia que por un lado requiere de mayor vigor y empatía con lo propio, pero que no alcanza a cobijar a todos los sectores y regiones de la Argentina».
«Hablamos de una democracia que signifique la construcción de ciudadanía plena, de ejercicio de derechos, que asegure condiciones para el bienestar de nuestro pueblo, que supere la fragmentación, con sensibilidad social, con Tierra, Techo y Trabajo que garantice igualdad de oportunidades, con independencia económica», agregó el documento más adelante.
«Frente a los cambios en el mundo y los nuevos desafíos de la época, luchamos para recuperar la vigencia y el protagonismo popular en las instituciones sociales y políticas. En la presentación de Memoria, Historia y Verdad advertimos que la consolidación de la democracia es permanente, aún cuando hoy en América latina se registran golpes de estado blandos o se pretende desconocer la voluntad popular», sostuvo.
Y reveló que «se subrayó la necesidad de sostener las políticas de derechos humanos construidas desde 1983 hasta la fecha como políticas de estado», al tiempo que indicaron que «la presentación de esa obra implica desde la Iglesia el poder sanador del conocimiento de la verdad sobre la historia».
Además, añadió: «Insistentemente escuchamos que es necesario un nuevo pacto social o un nuevo contrato democrático, con la participación de toda la dirigencia política, económica y social, con un consenso que es posible y necesario, rescatando todo lo bueno que se hizo en la democracia, recalcando que es necesario ir a la cultura del encuentro, a partir de la escucha que nos habilita a debatir y superar las diferencias».
«El trabajo digno, se ha dicho, no solo tiene un valor económico sino que es valorado como el principal organizador de la vida social. Escuchamos la necesidad de mayor industrialización y políticas de agregación de valor a las materias primas para la generación de empleo y lograr los acuerdos necesarios para xombatir la inflación y sostener el crecimiento en una coyuntura que se presenta con optimismo en los tiempos económicos que vienen», precisó.
Respeto a las diferencias y el consenso
Además, se remarcó el hecho de «mejorar el acceso a la Justicia y avanzar contra la impunidad, destacándose que el fin del estado de bienestar no puede resolverse con leyes represivas, que no consideran los fundamentos sociales de tales problemáticas».
«En cuanto a la educación, si bien se atravesó el crecimiento de la inclusión educativa se registran deudas en la calidad de formación, rescatándose la escuela como espacio de paz, de amor a la patria y convivencia social», consideró.
Y agregó: «Necesitamos pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, con la correspondiente pluralidad. Hay sectores que hoy cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar, es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener».
«Ninguna solución basada en la eliminación del otro puede ser un buen camino para re-crear la democracia. Necesitamos un análisis sereno, reflexivo, profundo, de dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Necesitamos poner `un oído en el pueblo y otro en el Evangelio`», planteó.
En ese sentido, amplió: «A esa tarea estamos todos convocados, especialmente los jóvenes, escuchando sus propuestas, anhelos y sueños, los que, como dice el papa Francisco, no son el futuro sino el presente de esta democracia que viene».
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