A 15 años de su Consagración en Cosquín, Néstor Garnica fluye sin red

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Foto La Vos

Uno de los momentos más vibrantes del último festival de Jesús María sucedió en la noche de cierre. Hacia la medianoche, el santiagueño Néstor Garnica subió al escenario Martín Fierro, empuño su violín y ofreció un solo inicial caracterizado por una interpretación electrizante, casi epifánica. Desde la platea, la sensación era que el músico estaba poseído, entregado completamente al vínculo con su instrumento.

“Te olvidás de todo”, admite Garnica rememorando la velada del domingo 20 de enero. “Yo diría que eso significa brindarse. No siempre me pasa, sobre todo en escenarios grandes como el de Jesús María, que son monstruos. Un montón de veces uno se siente inhibido, cohibido. Y esta vez me sentí muy bien, libre de poder tocar. Estaba muy cómodo y así fluyó. Lo pude disfrutar como hace tiempo no lo hacía”, admite.

Esa simpleza y esa entrega definen al violinista, que esta noche será el encargado de la apertura en el Festival Nacional de Folklore de Cosquín. “Va a estar bueno. Es el momento en el que empieza el festival y queríamos ese espacio porque tenemos un espectáculo acorde. Vamos a mezclar entre cosas que la gente ya conoce y mi nuevo disco”, anuncia.

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Sin embargo, Garnica también está presente en el circuito de peñas alrededor del evento y cuenta con su propio espacio: “La fiesta del violinero”. “Es un lugar lindo y en los últimos años se ha convertido en un clásico de Cosquín”, asegura el músico que, además, estará en la peña oficial del festival. “No es fácil mantenerse, estar en el escenario, tener una peña”, resume.

¿Cuál es el sello distintivo del reducto ubicado en el club Tiro Federal? Garnica explica: “Lo que hago es presentar mi último disco, Coplas del violinero. La idea es tocarlo entero, promocionarlo para la gente de todo el país que se acerca. Además, la peña es un espacio cultural al que vienen un montón de folkloristas para mostrar lo que están haciendo”.

En Coplas del violinero, Garnica muestra todo su caudal interpretativo a través de chacareras, de zambas y de otros ritmos tradicionales. “Es un disco bien criollo, que tiene la simpleza y lo alegre de la música norteña, sobre todo de Santiago del Estero”, define. Y sobre la construcción de un repertorio compuesto casi en su totalidad por él, agrega: “Yo no compongo para un disco. Salen las canciones de las vivencias, de lo que a uno le pasa. No hago una zamba porque pienso que va a ser un éxito. Va sucediendo”.

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Estilo propio

Ese fluir creativo es también parte de uno de los rasgos fundamentales de Garnica. Su forma de tocar el violín es visceral, cargada de sentimiento, pero también da cuenta de un crecimiento a lo largo de más de 30 años, incluyendo formación académica y experiencia en orquestas típicas en distintas partes del mundo.

–¿Cómo llegaste a construir esa manera especial de tocar?

–Me creo un fanático del violín y, a medida que han ido pasando los años, he ido averiguando cómo podía tocar otras cosas por fuera del folklore. Y todo eso se me ha ido incorporando. Al ser uno creativo, inconscientemente va sumando a su repertorio tradicional. No es nada pensado, se van incorporando cosas y brotan. Y todo eso da como resultado la manera en la que toco hoy.

–Se cumplen 15 años de tu Consagración en Cosquín. ¿Qué te pasa por la cabeza a la hora de recordar este aniversario?

–¡15 años! Mirá, sinceramente, la última vez que hablé de mi Consagración con la gente de la comisión no les importó. Yo quería festejar los 10 años, pero a otros artistas les dan otro margen. Capaz que todavía me hace falta ganar terreno. No sé si ellos se acordarán, pero yo me voy a acordar. Es una felicidad muy linda porque ser Consagración es un sueño que tienen todos. Haberlo cumplido, poder festejarlo y seguir tocando en ese mismo escenario significa mucho. Uno busca estar aquí y hace mérito todo el año para esto. A medida que va pasando el tiempo uno va ganando popularidad, y la gente viene al escenario mayor a verte. No es lo mismo verme en mi peña que en el escenario mayor de Cosquín, que es el templo de la música y donde han tocado todos los grandes.

Fuente: La Vos

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