Aguer: «La masturbación es animaloide y el homosexual debe ser casto»

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El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, afirmó hoy que no está en contra del «petting», es decir, tocarse, besarse y acariciarse, pero cuestionó el «exhibicionismo descontrolado» que apareja, incluso «frente a la puerta de la Catedral» de su ciudad, a la vez que juzgó que «la masturbación es animaloide».

El religioso consideró que no es un «bicho raro en la Iglesia», por sostener esa postura sobre estos temas.

Aguer estimó que «la masturbación es animaloide, evidentemente», y enfatizó: «Un homosexual para vivir en gracia de Dios debe ser casto, pero no lo estoy inventando yo, es el catecismo de la Iglesia Católica».

El arzobispo quedó en medio de una polémica el martes, cuando criticó en un artículo periodístico la «cultura fornicaria» y el «vicio» de las relaciones sexuales libres, por lo que el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj , pidió «el rechazo de todos», por tratarse de una «posición autoritaria» y «discriminadora».

«El secretario de Derechos Humanos tendría que pensar un poco cómo van a salvar la libertad de expresión y la libertad de la Iglesia, que están amparadas por textos constitucionales», contrapuso esta mañana el religioso.

En declaraciones a Radio Con Vos, Aguer se refirió al artículo y a la polémica que generó en las últimas 72 horas: El petting «no es asunto mío, mi artículo lo dice refiriéndose al exhibicionismo descontrolado en lugares públicos. Si alguien quiere toquetearse que lo haga en su casa, tranquilamente, pero yo lo he visto en la puerta de mi Catedral».

«Mi artículo pertenece al género ‘crítica a las costumbres'», puntualizó Aguer, quien dijo que le llamó «la atención la cantidad enorme» de preservativos que se entregaron en los Juegos Olímpicos, «una cosa un poco extraña; el clima de una competencia deportiva es otro, tengo esa impresión».

Además, reiteró su cuestionamiento a la ropa deportiva de algunos gimnastas: «Me parece que no son trajes de baño. No digo que haya que irse con la burkini que están discutiendo ahora en Francia, ni con la ropa de principios del siglo XX. Casi no hay traje, por eso digo que si fueran sinceras, irían desnudas y a nadie le importaría nada».

Cuando se le preguntó cómo había llevado su vida de célibe, Aguer respondió que «para elegir el celibato a uno le tienen que gustar las mujeres, y por momentos me ha costado, pero con la gracia de Dios lo he llevado adelante, con todo garbo, no lo hice porque tuviera algún tabú, sino para entregarme plenamente a Dios».

Y en lo personal, expresó que «nunca» se enamoró, aunque «ha habido durante décadas pasadas muchos sacerdotes a los cuales se les ha dispensado del celibato y han abandonado el ministerio sacerdotal» por haberse enamorado y formado una familia.

La Nación

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