En el hotel Regent de Berlín, a pocas cuadras de la Puerta de Brandeburgo, Alberto Fernandez ocupa la habitación 523, un cuarto despojado con un pequeño living que usa para planificar su visita de 44 horas a Alemania. El presidente cenará mañana con Ángela Merkel en la Cancillería, pero en su agenda se añadió un puñado de audiencias con empresas locales que tienen inversiones millonarias en la Argentina. No sólo invitaron al jefe de Estado por protocolo y buen gusto: pretenden conocer cómo seguirá la emergencia económica y cuándo el país regresará a los cánones básicos del capitalismo y el libre comercio.
Las dos noches de alojamiento en el Regent corren por cuenta y orden de Merkel, que siempre dispone de ese hotel para los presidentes y sus delegaciones que llegan a Berlín para mantener reuniones bilaterales o participar de eventos vinculados a las relaciones internacionales. En 2016, cuando recién iniciaba su mandato, Mauricio Macri también se alojó en el Regent antes de su encuentro oficial con la canciller de Alemania.
Tras almorzar en el restaurante Borchardt junto a su comitiva, Alberto Fernández regresó a su habitación para mantener sucesivas reuniones con el canciller Felipe Solá, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi. El presidente también tenía previsto chatear con Axel Kicillof, que negocia una prórroga con los bonistas de la provincia de Buenos Aires.
Merkel, Macri y Jair Bolsonaro liderarón la ofensiva diplomática para lograr que se firmara el acuerdo Mercosur-Unión Europea. La canciller alemana tironeó con Emmanuel Macron para que enterrara sus resistencias políticas -podía perder el voto del campo francés-, y Macri y Bolsonaro presionaron a Tabaré Vázquez para que no se aislara y avalara un tratado multilateral sin antecedentes en la región.
Merkel concluye en poco tiempo su mandato como canciller alemana y en su transición hacia el retiro político no dejará ninguna pieza floja que opaque su legado histórico. En ese sentido, antes de conceder la audiencia-cena a Alberto Fernández, leyó una compilación de sus opiniones respecto a la importancia económica y comercial del tratado que la Unión Europea suscribió con el Mercosur.
No fue necesario que el Servicio Federal de Inteligencia (Bundesnachrichtendienst; BND), bajo las órdenes directas de Merkel, desplegara a sus agentes en las cercanías de la Casa Rosada. Sólo se trató de recopilar sus declaraciones periodísticas y sus posteos en la cuenta de Twitter @alferdez.
Merkel tenía afinidad con Macri y tiene un enorme prejuicio con el peronismo y la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. Pero Alberto Fernández tiene dos antídotos políticos para atenuar el inconsciente colectivo de la canciller alemana: la diplomacia silenciosa que Francisco ya desplegó en Berlín y sus propias opiniones sobre el sistema internacional que han evolucionado tras la asunción presidencial.
En este contexto, Merkel y Alberto Fernández compartirán su cena en el edificio ecléctico de la cancillería alemana. Y el presidente argentino no quiere sorpresas ante una posible aliada frente a la negociación que inició con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Alberto Fernández considera que el acuerdo Mercosur-UE perjudica a la economía nacional y afirma que su texto definitivo aún es desconocido. Merkel, a su turno, piensa exactamente lo contrario.
El presidente aprendió el uso de las palabras en la diplomacia internacional durante su gira relámpago al Vaticano cuando contestó sobre la despenalización del aborto. Y ahora no quiere repetir el mismo error. Por eso, en la habitación 523 del hotel Regent, lideró distintas reuniones informales con Solá, Biondi y Vitobello para fijar una posición centrada y fundada sobre el status jurídico y el impacto económico del tratado Mercosur-UE.
La Casa Rosada tiene dos informes reservados sobre las eventuales consecuencias económicas de la aplicación inmediata del acuerdo Mercosur-UE. El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, calculó los resultados posibles del tratado y entregó sus conclusiones al canciller Solá, que hace un par de horas presentó a Alberto Fernández.
El Dossier Neme asegura que habrá resultados negativos en la economía argentina como consecuencia del acuerdo Mercosur-UE, una hipótesis de trabajo que también avalaría el informe privado que ya fue presentado a la Casa Rosada. Estas conclusiones técnicas no son compartidas en la Cancillería Alemana y es probable que se abra un debate sobre geopolítica y comercio entre Merkel y Alberto Fernández.
-¿Si avalan las conclusiones de los dos informes puestos a consideración del Presidente, eso puede significar que Argentina denuncie el tratado y repudie su aplicación legal?-, preguntó Infobae a un integrante de la delegación oficial que está en Berlín.
-No. Eso significa que estamos evaluando sus consecuencias y que vamos a llevar nuestra posición a la cena con Merkel. Es eso, y nada más. No tenemos intenciones de irnos del acuerdo internacional.
Al margen del acuerdo Mercosur-UE, Alberto Fernández asume que Merkel preguntará sobre el plan de emergencia económica y su vinculación con las inversiones en millones de euros que hacen las compañías alemanas en la Argentina. El presidente sabe que hay un asunto puntual que deberá resolver en los próximos cuatro meses: la imposibilidad financiera y legal de remitir divisas (dólares o euros) desde las casas matrices como inversiones o créditos intra compañías, y la existencia del cepo que traba la remisión de utilidades desde el país al exterior.
Alberto Fernández tiene en cuenta esta deformación económica de su programa de gobierno. Pero considera que aún no es el momento de abandonar la emergencia y regresar a los cánones del libre comercio y la economía versión siglo XXI. Se trata de una decisión compleja, si pretende obtener con rapidez el apoyo de Merkel a su estrategia de negociación con el FMI.
La Canciller cree que, ante la necesidad política de Alberto Fernández, puede obtener un beneficio acordado para las compañías germanas que cuestionan el cepo y la imposibilidad de remitir ganancias. Será decisión del Presidente: si Merkel juega a las escondidas, la estrategia de negociación de la deuda externa corre peligro. Una hipótesis que, para Alberto Fernández, tiene la forma de una oscura pesadilla política.