Alberto Fernández necesitará el apoyo de Donald Trump para aplicar el Modelo Uruguayo a los acreedores de la Argentina

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El Modelo Uruguayo de negociación de deuda externa con bonistas privados que Alberto Fernández pretende aplicar si es elegido presidente en los comicios del 27 octubre depende del apoyo político de Donald Trump, que maneja desde la Casa Blanca las decisiones institucionales del board del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Fernández sabe que no tiene financiamiento externo y que su Modelo Uruguayo versión argentina se asentará en la confianza que pueda construir entre el Estado deudor y los bonistas privados -emitidos bajo ley nacional o ley extranjera- que tengan vencimientos de capital y cupones durante 2020. Entonces, el probable presidente tiene que lograr pagar los cupones 2020 y hacer una renovación del capital para no caer en default debido a su debilidad financiera. Y para lograr esta hoja de ruta necesita cerrar con el FMI, que actuará bajo las instrucciones del Salón Oval.

El candidato a presidente del Frente de Todos no pareciera tener a nadie que pueda abrir la puerta del Fondo con una palanca en la Casa Blanca. Fernández necesita construir la relación con Trump y asegurar que las decisiones de Néstor Kirchner de “echar” a George Bush de la Cumbre de las Américas y de violar los secretos del FBI en época de Barack Obama pertenecen a una liturgia peronista que no se va a aplicar si llegara a Balcarce 50.

Sergio Massa y Martín Redrado tienen suficiente aproximación con la Casa Blanca para reperfilar el dossier de Fernández, que los expertos en América Latina de la burocracia americana ya acercaron al staff más cercano de Trump. Massa es socio de Rudy Giuliani, abogado de Trump en el caso Rusia, y Redrado exhibe juego propio en el establishment que influye en DC y New York City.

Fernández ya dio señales de acercamiento al Salón Oval durante una entrevista exclusiva con Infobae, adonde enfatizó que “Argentina no puede enemistarse con Estados Unidos”. Sin embargo, Trump exigirá que el candidato presidencial tome distancia del régimen populista de Nicolás Maduro en Venezuela y que suspenda una eventual aproximación económica y financiera con China y su líder, Xi Jinping. Serán condiciones indispensables que los buenos oficios de Massa y Redrado no podrán atenuar asegurando que el candidato opositor tiene una agenda global equilibrada.

Si Trump entiende que Fernández puede armonizar los discursos políticos y la realpolitik, ordenará a su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, que lo reciba en su despacho de Washington. Mnuchin representó a Trump y Mauricio Macri en las negociaciones con el FMI, y la economía argentina no tiene secretos para este multimillonario americano que financió Iron man 3.

En esta hoja de ruta, Fernández expondría a Mnuchin que pretende hacer con los acreedores externos y cómo funcionaría su versión argentina del Modelo Uruguayo aplicado hace más de 15 años para resolver la crisis económica y financiera que puso en jaque al presidente del Partido Colorado, Jorge Batlle.

No se trata de los montos en juegos -mínimos en comparación con la Argentina-, sino de la base política y pragmática del sistema presentado por el candidato opositor durante su exposición en Córdoba. En DC se espera que Fernández proponga la continuidad en los pagos de los cupones en 2020, si a cambio pretende ejecutar un roll over largo del capital que vence durante todo el próximo año.

Fernández abandonaría el despacho de Mnuchin, y aguardaría a que Trump anuncie su veredicto político. Si levanta los pulgares en la Casa Blanca, el siguiente paso será que su ministro de Economía prepare sus valijas y sus informes técnicos y acuerde una reunión urgente con Kristalina Georgieva, flamante directora gerente del FMI. Georgieva, que sucede a Christine Lagarde, conoce la Argentina y juró no repetir los errores de la burócrata francesa que hace un año firmó junto a Nicolás Dujovne el Standby Agreement por 57.000 millones de dólares.

Aunque no revelará su estrategia hasta después de los comicios del 27 de octubre, Fernández ya sabe qué pedirá en el Fondo Monetario Internacional cuando deba renegociar la deuda externa que podría heredar si vence a Mauricio Macri. El candidato presidencial pretende disponer de los 7.200 millones de dólares que están congelados en el Banco Central y que el board (Trump y sus países aliados) desembolse los 5.400 millones de dólares que ya decidió no enviar al gobierno de Macri.

El FMI no tiene intenciones de ampliar los montos del crédito cerrado por Dujovne y Lagarde, y su pretensión es pasar del Standby Agreement a un Crédito de Facilidades Extendidas que implican condiciones durísimas de ajuste económico y fiscal. En este contexto, Fernández se encontrará ante una compleja encrucijada: aceptar la receta de Trump-Mnuchin-Georgieva, y obtener al menos 12.600 millones de dólares -fondos del BCRA en suspenso y el desembolso- o diseñar un programa económico y financiero que coloque en segundo plano a los acreedores externos y sus derechos de pago por cerca de 30.000 millones de dólares.

El Modelo Uruguayo para resolver la crisis de la deuda externa tuvo una circunstancia política fundamental: fue respaldado por Bush, que dio tranquilidad a los acreedores externos, que a su vez confiaron en la viabilidad económica y financiera de la propuesta diseñada durante el gobierno colorado de Batlle.

Fernández tiene a favor que ya anunció que honrará la deuda externa contraída por Macri si lo derrota en los comicios del 27 de octubre. Y tiene en contra su falta de acceso propio a Trump, que será una construcción ardua y compleja y con final abierto.

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