Todos los científicos e investigadores que presenciaron la mortandad de elefantes marinos por gripe aviar del año pasado la describen como una escena dantesca: miles de ejemplares muertos junto a sus crías regando las costas de la Península Valdés, las gaviotas picando sus restos, los turistas tirando piedras para intentar que se muevan.
Un año después, científicos realizaron un censo en la misma población para tratar de determinar el impacto del virus. Participaron de la tarea, que se realizó de forma manual y también con drones: WCS Argentina, CESIMAR-CONICET, Universidad San Juan Bosco, Universidad de California-Davis, Fundación Vida Silvestre Argentina, Dirección de Conservación de la Municipalidad de Puerto Madryn, guardafaunas del Ministerio de Turismo y Áreas Protegidas de la Provincia de Chubut y guardaparques de la Administración de Parques Nacionales.
Según el informe que se elaboró, y al que accedió TN, el número de animales presentes en las costas de Valdés cayó entre un 16 % y un 66%. Puntualmente, entre las hembras adultas ese número se redujo entre un 30 % y casi un 70%. Y con respecto al recuento de 2022, la cantidad de crías cayó 82%, aunque todavía no se contabilizaron los nacimientos de esta temporada. Sin embargo, no hubo casos de gripe aviar detectados.
“Este censo fue importante para entender la reducción de animales. El año que viene lo vamos a tener que volver a hacer para entender lo que pasó y tener una idea más clara. Pero van a pasar décadas hasta que la población se vuelva a restablecer”, explicó a TN Julieta Campagna, coordinadora del Paisaje Valdés de WCS Argentina.
Acerca del impacto para el ambiente de esta pérdida tan drástica, Campagna explicó: “El elefante marino es un predador tope que tiene un rol muy importante en el ecosistema. Una reducción así puede afectar el ecosistema. Tiene un impacto. Lo que muestra esto es que un virus puede diezmar a la población, puede llevarla a la extinción. Si se sigue presionando a la población por otros lados puede seguir disminuyendo”.
Campagna se refiere a las presiones producidas por el hombre en áreas que no están protegidas: los elefantes marinos salen a la costa en su momento de mayor vulnerabilidad. Es para reproducirse y luego parir y amamantar a sus crías durante tres meses. En todo este proceso, los animales ayunan y no nadan en busca de alimento. Cada elefante tiene solo una cría y la puede abandonar si se ven perturbadas por algún factor externo.
En Península Valdés la colonia se distribuye a lo largo de 300 kilómetros de costa y conviven con el hombre. “Donde no hay protección en la costa pasan un montón de cosas: cuatriciclos, perros, si la población fue impactada por una enfermedad y encima se la molesta son presiones que pueden sumar a que la población tarde más en recuperase”, aseguró la investigadora.
Recomendaciones para quienes visitan playas con elefantes marinos
- Mantenerse a más de 30 metros de distancia de los animales.
- No arrojarles piedras para provocar que se desplacen.
- Impedir que los perros se les acerquen.
- Nunca interponerse entre los animales y el mar.
Fuente TN