28 de septiembre de 2008, Singapur. La Fórmula 1 vivió uno de los mayores escándalos de su historia. El gran circo entró en otra dimensión tras disputar su primera carrera nocturna de la historia. El escenario no podía ser otro que Singapur. Un país en pleno crecimiento económico se metía de lleno en la F1 con su atractiva propuesta nocturna que ha pasado de ser pionera en aquel año, a rutinaria en la actual. Hasta seis grandes premios se correrán bajo la luz de la luna esta temporada. Récord histórico en la Fórmula 1. No obstante, todo lo mencionado quedó en un segundo plano. Aquella carrera no es recordada por el novedoso horario, sino por el escándalo denominado como crashgate, una de las mayores polémicas en la historia de la Fórmula 1.
“Es momento de dejar las cosas claras”
El brasileño, hijo del tricampeón del mundo Nelson Piquet, tenía un futuro incierto en la Fórmula 1. Su asiento no estaba asegurado para la próxima campaña y la mencionada situación fue aprovechada por Flavio Briatore para convencerle de su plan. El jefe del equipo le convenció para que se estrellase contra el muro en la vuelta 13 y en la curva 17, una parte del circuito que no contaba con escapatoria y donde era obligatoria la salida del coche de seguridad para retirar el monoplaza. Piquet acató las órdenes y ya durante la vuelta de formación practicó cómo sería su accidente.
Realizó un trompo idéntico al que llevó a cabo 13 vueltas después, justo cuando Alonso realizaba su parada en boxes. Cabe recordar que aquel año la normativa prohibía realizar parada mientras que el coche de seguridad se encontraba en la pista. Por lo que Fernando, que la había ejecutado una vuelta antes de su presencia, ascendió hasta la primera posición de la que no se bajó en toda la carrera y subió a lo más alto del podio.
“Me pusieron psicológicamente contra la pared”
Debido a los malos resultados, Renault decidió prescindir de los servicios de Piquet, y fue a raíz de aquel movimiento cuando el brasileño abrió la caja de Pandora. Reconoció haber sido presionado por Flavio Briatore y Pat Symonds, jefes de la escudería francesa. “Fue una orden de equipo para ayudar a alguien dentro de nuestro equipo. Me trataron como a un perro. Y fue entonces cuando dije: ‘Ya que me están echando, pensando que soy basura, creo que tenemos que dejar las cosas claras aquí’. Y fue cuando realmente todo el mundo se enteró de la historia, lo cual, para mí, fue horrible, fue muy traumatizante, y hasta la fecha lo sigue siendo. Muchas veces la gente no lo entiende y juzga sin entender la historia”, asegura Piquet.
“Me pusieron psicológicamente contra la pared y no tenía forma. Mucha gente me pregunta: ‘¿Lo volverías a hacer?’. Hombre, si me pones en el mismo sitio otra vez, estaría en la misma posición, ¿pero qué no volvería a hacer? No volvería a entrar en la F1 solo… La psicología del piloto, cuando entra en la F1, es muy sensible. Tiene que sentirse muy confiado. Cuando pierde esa confianza, es algo muy delicado y muy difícil de recuperar. Lo primero es tener una persona a tu lado, puede ser un hermano, un primo, un abogado, un amigo, lo que sea, pero una persona que tú sepas que, independientemente de cualquier cosa que vaya a pasar, va a querer el bien del piloto. Yo estaba solo. Mi padre no venía a las carreras y mi manager era el propio Briatore. Fue muy difícil para mí”, finaliza el brasileño.
El beneficiado fue Alonso, al que la FIA no le sancionó ya que no pudo demostrar que tuviera consciencia de lo ocurrido. Sí lo hicieron con Briatore, prohibiéndole de por vida participar en competiciones FIA. Ahora, 15 años después de aquella polémica, Fernando Alonso vuelve a lugar de los hechos con la esperanza de subirse al podio. Las características del trazado se adaptan a las cualidades de su Aston Martin y en los entrenamientos libres ha marcado el cuarto mejor tiempo pese a no realizar una vuelta limpia. La 33 puede llegar en el mismo lugar donde lo hizo la 20, bajo la noche de Singapur.
Fuente infobae
