La “heredera”. Quizás por ser la primera hija, ésa fue la denominación que recibió Graciela Carabajal siendo una niña. Junto a su padre, que iba en busca del triunfo en la gran ciudad aprendió a amar la música y deslumbró con su voz en cada escenario.
Conoció la pobreza, el éxito, se entregó al amor a tal punto que por él dejó de lado la música, pero las cosas no le fueron como ella esperaba y se sintió fracasada, sin embargo el talento y legado la hicieron resurgir para tomar el lugar que le corresponde dentro de la familia de artistas de la que forma parte.
Graciela aún hoy considera que sigue siendo la protegida en su casa paterna, espacio en el que disfruta de la compañía de su madre Zita y en el que recuerda a su “papi” Carlos en cada paso, añorando esa complicidad que surgía mágicamente.
¿Cómo recuerdas tu niñez?
“Yo lo único que hacía era cantar, mi padre se enorgullecía de ello y yo sentía cómo la gente disfrutaba de mi voz, entonces amaba cada vez más estar arriba de un escenario. Mi madre trabajaba todo el día y mi papá iba en busca de alcanzar su sueño y para ello se relacionaba con gente importante del folclore.
Hoy, muchos años después, me doy cuenta cuán respetado y admirado es a nivel nacional y gracias a Dios se lo recuerda con cariño por ese carisma y sentido del humor que tanto lo caracterizó”.
¿Te sientes especial por ser la primera mujer artista de la familia?
“No tanto por ser la primera mujer cantante, estoy segura de que ninguno de la familia Carabajal vivió la rica experiencia que me tocó a mí. Yo formé parte del espectáculo de Carlos Saavedra y mi padre en el momento de mayor éxito. Recuerdo que interpretaba palmeras, galoperas ya que el timbre de mi voz me permitía lucirme. A los 17 años llegué a tener 5 actuaciones por noche en las peñas más importantes de Buenos Aires con un repertorio folclórico exclusivamente. Por ese entones cantaban Ramona Galarza, María Elena y Margarita Palacios”.
Entonces, ¿desde niña ya sabías que tu futuro estaría arriba de los escenarios?
“Siento que cantar es el mandato que me asignó la vida y por convertirme en mamá tuve que resignarlo. Sentimentalmente no me ha ido bien, he sufrido golpes duros que muchas veces no me permitían reaccionar acorde a la situación, pero mis padres siempre me acompañaron.
Recuerdo que mi primera oportunidad para grabar como solista surgió cuando tenía 20 años, en ese momento conocí al padre de Roxana (Carabajal) y al poco tiempo quedé embarazada y sola. Fue una etapa difícil porque mis padres no sabían de esta situación y tal es así que conocieron a su nieta cuando cumplió los 7 meses”.
¿Realmente fue difícil de sobrellevar ese primer embarazo?
Hace 30 años no era fácil ser una madre soltera, la sociedad se encargaba de juzgarte, sin embargo, con la ayuda de una prima hicimos lo imposible para ocultar el embarazo porque era el momento de mayor éxito en Buenos Aires y la gente ya me reconocía como Graciela Carabajal. Pensaba mucho en mis padres ya que ellos estaban ilusionados con mi crecimiento profesional, me sentía en falta por eso decidí ocultarme”.
“Mis padres vivían en ese momento en Morón-continuó- y decidí mudarme a la Capital con mi prima Norma, yo les mentía que trabajaba todo el día para no regresar a su casa y vivía de mis presentaciones en las peñas. Cada vez que mi papá iba a visitarme yo subía a la azotea del edificio, hubo días que pasé mucho frío”.
¿Cómo siguió la historia?
“Me faltaba poco para dar a luz y mi papá le organizó una fiesta de cumpleaños a Peteco, para ir me coloqué una faja y como hacía mucho frío usé un poncho rojo, entonces pasé totalmente inadvertida. Roxana nació en el año 73, el mismo día en que volvía Perón a la Argentina, cuando me la entregaron la miré y descubrí lo hermosa que era, pesaba 3,300 kilogramos y al mismo tiempo me di cuenta de que no podía tenerla conmigo, entonces le pedí a un primo y a su esposa que la criaran y desde ese momento comencé a visitar a mis padres periódicamente”.
(Unos meses después y visitas mediante a su hija Graciela le confesó la verdad a una amiga quien posteriormente se encargó de que Carlos y Zita se enteraran de la existencia de su nieta.)
¿Cuál fue la reacción de tus padres al descubrir que habías sido mamá?
“Mi madre me llamó y me preguntó a dónde estaba, le confesé la verdad y en ese instante fuimos a buscarla. En esa oportunidad la esposa de mi primo se negaba a entregármela y se generó una situación complicada, pero finalmente Roxana regresó con nosotros. Por esas cosas de la vida mi hija heredó el don del canto que fue desarrollando mientras crecía con mis padres en La Banda”.
¿Roxana siempre supo que era tu hija?
“Siempre supo la verdad, por eso estoy segura que muy en su interior hay un resentimiento por no haberla criado. Yo no estuve presente cuando ella comenzó a ir al colegio, durante su adolescencia o cuando se enfermaba, porque vivía en Buenos Aires. Por ello no te puedo decir si mi relación de madre e hija con Roxana ha empezado, para ella soy su hermana”.
¿Si pudieras cambiarías esta parte de tu historia?
“No me arrepiento de nada, creo que la vida me puso a prueba y sentí que no estaba preparada para criarla, por ello creí que lo mejor para ella era crecer al lado de mis padres”.
Publicada en el Diario El Liberal por Mariela Lizondo