Algunos colegios ya estaban familiarizados con plataformas digitales mientras que otras entidades educativas se dieron cuenta que la educación presencial no se podía traducir a un entorno virtual de manera automática. Es así como las lecciones de aprendizaje han sido para los alumnos como también para el equipo docente y directivo de las instituciones, quienes tuvieron que adaptarse a los cambios más rápidamente de lo deseado.
Los entornos multimediales pusieron de manifiesto la brecha digital en las distintas realidades de conectividad, y de una manera fundamental se pusieron en evidencia desigualdades económicas, sociales y de capital cultural en las familias. Consecuentemente, esta pandemia presenta la oportunidad de profundizar la alianza familia-escuela aun cuando los padres y madres se asomen en las pantallas y escuchen al docente dar sus explicaciones.
La comunidad -con todos los actores del ecosistema educativo- debe ser transparente y fluida para que las expectativas sean claras y se eviten madres y padres estresados por las tareas de geometría, docentes cansados de calificar y directores comparando costos y beneficios de recursos digitales.
Particularmente los alumnos, siempre en el centro del proceso de aprendizaje-enseñanza, están descubriendo su propia autonomía mientras desarrollan habilidades de comunicación en una clase virtual y aprenden cómo mantenerse auto-motivados e involucrados, a pesar de las interrupciones que surgen cuando se comparten espacios con demás miembros de la familia.
Nuevos interrogantes aparecen con la re-apertura de los colegios: la importancia de planificar actividades que promuevan los vínculos socio-emocionales será esencial. Los educadores deberán presentarles a los alumnos oportunidades para compartir de manera presencial lo que han experimentado, como angustias, tensiones, anécdotas, y también un espacio de reflexión sobre los cambios vividos.
Se deberán tener nuevas prácticas de higiene en el colegio y poder brindar espacios más frecuentes para lavarse las manos.
Los alumnos ¿podrán ocupar las mismas aulas o ya resultarán ineficientes al no mantener el metro y medio de distancia? ¿asistirán algunos días o todos, en qué horario, podrán compartir la merienda en el receso escolar? Es así como muchas preguntas son las que deberemos realizarnos y deberemos contemplar un plan transicional, con etapas y logros.
La incertidumbre continuará un tiempo más, pero no quedan dudas que la nueva planificación curricular podrá incluir un modelo híbrido entre las clases presenciales y aquellas mediadas por las tecnologías. También el “modelo post Covid-19” deberá basarse en la comprensión conceptual, dentro del contexto de aprendizaje social y emocional, a través del desarrollo de las habilidades de conciencia de uno mismo, conciencia social, toma de decisiones responsables, autogestión y habilidades relacionales.
Todo este marco mencionado, también incluirá una evaluación formativa para poder apoyar a los alumnos en el “aprender a aprender”, que es en sí lo que nos implica como formadores de la sociedad en general.