Con los goles y la tremenda personalidad de Luis Scola, y la actitud de ese guerrero llamado Federico Kammerichs, el seleccionado argentino de básquetbol consiguió el primer torneo Preolímpico de su historia al doblegar a Brasil.
Treinta y dos puntos señaló el casillero personal de Scola, pero eso no representa todo lo que hizo el ala-pivote porteño, porque además de convertir asumió el rol de líder y puso la cara en los peores momentos.
Más allá del título, el equipo no jugó bien esta final, la luchó para se precisos, y eso quizá se debió a que durante la mayor parte del partido extrañó a un apagado Emanuel Ginóbili.
Los primeros 20 minutos que jugó el seleccionado fueron del éxtasis a la agonía y de nuevo al éxtasis, sin solución de continuidad.
A pesar de que en los primeros cinco minutos del partido el único en convertir puntos fue Scola (6), el seleccionado argentino se las arregló para sostener el resultado en base a un trabajo defensivo, que complicó especialmente a la mitad de la cancha brasileña, y a su pivote, Tiago Splitter, quien perdió su duelo con Scola. Con esos dos elementos, a la Argentina le alcanzó para meter un 21-9 y llevarse así el primer cuarto.
Los segundos diez minutos arrancaron igual. La Argentina se puso 25-13 y se fue del partido. Ginóbili comenzó a jugar como si sus compañeros no existiesen (perdió dos balones de manera consecutiva), Carlos Delfino se manejaba torpemente por la cancha, Scola ya no estaba en la cancha, y bueno, así despertó Brasil.
Pero Brasil no despertó con el juego que podían generar Marcelinho Huertas y Alex, sino con el trabajo de Marquinhos que se hizo fuerte en la pintura y comenzó a encestar.
La diferencia de 12 puntos del principio se limó a tres (25-22), y fue entonces que volvió la Argentina, y como no podía ser de otra manera de la mano de su goleador. Scola metió tres dobles consecutivos, y el «Yacaré» Kammerichs y Pablo Prigioni aportaron dos puntos cada uno, para estirar la diferencia a 13 (35-22).
Era un mazazo, pero Brasil lo supo asimilar y metió un 5/0, que le permitió ganar el cuarto, e irse a al descanso largo apenas siete puntos abajo (35-27).
Del descanso largo, el equipo argentino volvió nublado, no tuvo gol, Ginóbili sufrió un golpe en su mano derecha, pero siguió nervioso y empecinado (sumó dos pérdidas de pelota) y encima Brasil comenzó a hacer circular más la pelota, y llevó el partido hacia donde más le convenía, por eso a 4 minutos 34 segundos, se puso al frente en el marcador (44-43).
El final fue doble a doble y dos tantos de Delfino le permitieron a la Argentina seguir al frente en el marcador (50-48).
Pero eso fue un espejismo. Brasil arrancó los últimos diez minutos con todo, un triple de Guilherme, un doble de Vitor, tres de Huertas (doble mas un libre), pusieron un parcial de 8-0, que llevaron el marcador a un 56-50 para los dirigidos por Rubén Magnano.
Y cuando parecía que se terminaba de caer, volvió la Argentina de la mano de Scola, Kammerichs y Delfino. Este último capturó un rebote consiguió los dos puntos y la cosa se colocó 54-56. Ahí apareció Scola, quien con un doble y un libre dio vuelta el marcador: 57-56.
Apareció Scola y siguió apareciendo hasta el final, para sellar con dos libres el 80-75 que le dio el título a la Argentina.