A Carlitos Toledo
Muchos creían que Salta se terminaría cuando José Juan Botelli dejara de caminar, 9 ó 10 cuadras, todos los días, para llevar su nota al diario El Tribuno. La vez que lo entrevisté, en su casa de la calle Necochea, me dijo “mi hit más conocido es la Felipe Varela”.
El Coco Botelli, fue un alto representante de la música y el periodismo de esa provincia. Fui con Benjamín Toro, poeta de los que no se empardan, hombre de pensamientos largos encerrados en sentencias cortas. La casa tenía una sala que daba a la calle y un balcón sobre el que les tomé una fotografía.
Esa tarde tocó el piano, mostró un cajón con miles de fotos tomadas por él, de artistas, poetas, cantantes, escritores variados, músicos de toda clase que habían pasado por Salta desde la fundación de aquel diario. Estaban, por supuesto todos los del tiempo de oro de folklore salteño.
En eso vino a saludar la señora a quien Benjamín obsequió uno de esos piropos antiguos, que ya no se oyen, aptos para decir a una mujer delante del marido: no lo recuerdo ahora, pero fue una de esas elegancias a las que son afectos los poetas y que a mí no me saldrán así viva tres vidas después de esta.
Esa ocasión también conocí a Raúl Aráoz Anzoátegui, una siesta, en su casa de Limache, tomaba unos vinos, en la cabecera de una gran mesa, sentado en una silla que habría servido durante dos o tres siglos, al menos. Tenía la misma edad que Botelli y Eduardo Falú, los tres andaban por los 85 años.
Había conocido a María Adela Agudo, la poetisa bandeña, entre miles de personalidades del norte y de todo el país, así que la conversación también fue muy interesante. En el camino de ida y de vuelta, Benjamín me ilustraba sobre detalles de la vida de quienes entrevistaría, para ponerme en onda, como quien dice.
Unos años después fallecieron Falú, Botelli y Aráoz y dicen quienes la han visitado, que Salta sigue en pie, que no hubo cataclismos pues la vida renueva todo. Porque “lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado”.
El soneto de Francisco Luis Bernárdez podría aplicarse a Salta y a Santiago, Y al mundo. Pero, quién sabe. Agendando su número. En la Belgrano.
Por Juan Manuel Aragón