Barrio Paraíso: Docente fue agredida por vecinos cuando les reclamó que sus “invitados” ingresaron a su propiedad huyendo de la policía

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Foto archivo.

Una docente con domicilio en el barrio Paraíso manifestó su indignación al ser víctima del atropello por parte de sus vecinos, que al organizar reuniones no permitidas en la zona, los pusieron en riesgo ya que ante la presencia policial los “invitados” saltaron las tapias, subieron a los techos e ingresaron a las otras propiedades en plena madrugada.

 

“Música a alto volumen que se podía escuchar a una cuadra, sobresaltos, bullicios, gritos, los ladridos desesperados de mis 4 perras hacia el patio del fondo, gente a los brincos por mi casa, algunos por dentro otros por arriba el borde de la tapia escapando del móvil policial, fue lo que me despertó hace instantes. No sé, como agarré coraje para salir y me encuentro con esta situación, me asusté y me puse muy nerviosa, imposible no hacerlo con semejante situación fuera de lo normal”, comenzó su relato la docente Mónica Bellón, cuyo domicilio fue “tomado” por desconocidos que participaban de una reunión no permitida.

 

Habían pasado unos minutos de las cinco de la mañana, por lo que la mujer vivió momentos de nerviosismo: “Debo aclarar que no fui yo quien denunció la fiesta, porque la verdad desconocía quien la realizaba. Lo que sí puedo destacar es que pase un horrible momento bajo mucha tensión al encontrar a desconocidos en mi propiedad. Les grité preguntando qué hacían y pidiendo que salieran de mi casa. También escuché más ruidos al frente y eran otras personas que salían huyendo, escapando del móvil policial”.

 

“Al abrir el portón del frente –continuó- para ver que más sucedía, vi a mis vecinos dueños de la casa; como personas adultas que somos les dije que ‘no molesten, que no se metan en mi propiedad’,  que se ubiquen y si quieren enfiestarse junto con la cuadra entera en sus domicilios lo hagan de una manera acorde a civilización y con respeto a la propiedad ajena y al bienestar de los vecinos lindantes que jamás molestan a nadie”.

 

La indignación fue mayor ante la reacción de sus vecinos: “La respuesta que obtuve fue ‘¡son chicos!’, sumado a gritos, insultos, amenazas y el broche de oro una leve y fugaz agresión física. Sentí una gran impotencia, logré rápidamente poner mis brazos a modo de escudo y cerrar el portón; aun así los gritos siguieron”.

 

Pasado el mal momento la docente reflexionaba: “En este sector las juntadas prohibidas, tanto de adultos como adolescentes son reiteradas y me pregunto ¿Cuál sería la manera correcta de evitar tanta violencia? ¿Con qué parámetros se miden éstos hechos? Una vez sugerí se hiciera, a los futuros beneficiarios de casas del gobierno, análisis de perfiles psicológicos como socioculturales a fin de saber bien a quiénes se les adjudica o no tal propiedad para evitar riesgo al resto de las familias que buscan vivir dignamente y con tranquilidad sin que nada los altere”.

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