Campeones del trabajo y el respeto: cuál fue la fórmula de Aimar y Placente para lograr el éxito en la selecciones juveniles

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«Si uno es amable, los que lo rodean terminan siéndolo. Perdimos 3-0 contra Uruguay y los chicos fueron a saludar a sus rivales. No tengo claro que eso tenga incidencia dentro del campo, pero sí afuera y al final ellos son futbolistas dos horas por día y el resto son personas».

Esas palabras son de un formador. Y también de un líder. De un líder positivo, que busca pregonar valores antes de querer que el grupo que dirige consiga objetivos de corto plazo. Esas declaraciones fueron de Pablo Aimar, el entrenador de la Selección Sub 17 que se consagró en el Sudamericano de la categoría que se jugó en Lima, Perú, y logró la clasificación al Mundial de Brasil.

Pero lo valioso del comentario es que se produjo durante la primera fase del torneo, antes del empate frente a Paraguay y del recordado encuentro frente a Brasil, un triunfo que quedará en la memoria de todos los que presenciaron cómo Argentina hizo lo necesario para ganar y avanzar a la fase final del certamen, pero también por cómo los chicos argentinos fueron a consolar a sus pares brasileños, que quedaron eliminados del campeonato después de la goleada en contra.

El proyecto que vino a recuperar la imagen que había marcado la década del 90 de la mano de José Pekerman y Hugo Tocalli surgió de la mano de Hermes Desio, que dejó su puesto de Coordinador de Inferiores en Estudiantes de La Plata para presentar un programa que volviera a sentar las bases de unos seleccionados juveniles con valores dentro y fuera de la cancha. Quien los propuso fue Juan Sebastián Verón, titular del «Pincha» y con breve paso a cargo de las selecciones en 2017, con la anuencia del presidente de la AFA, Claudio Tapia.

En este sentido, la categoría 2002 es la base del proyecto del que son parte Aimar y Placente. Fue justamente el ex lateral de River que, como entrenador de la Selección, llevó a la categoría Sub 15 a ganar el Sudamericano que se jugó en el 2015, en San Juan. Son 15 los jugadores que se repiten en la Sub 17 de aquel que supo vencer en la final a Brasil por 3-2 en el estadio Bicentenario.

«Este es un grupo especial», dicen los que son parte del cuerpo técnico y los que vienen siguiendo a estos chicos hace dos años. Porque fue en junio de 2017 cuando esta base de futbolistas comenzó a entrenarse en el predio que la Asociación del Fútbol Argentino tiene en Ezeiza. Y lo hizo de manera ininterrumpida, un hecho que no había sucedido con la planificación de la AFA en la etapa previa a la llegada del equipo que armó Desio para las selecciones Sub 17, 16, 15 y 13.

En los pasillos del predio Julio Humberto Grondona todos recuerdan lo sucedido con los empleados del hotel que la delegación argentina ocupó en la provincia cuyana hace dos años, que terminaron felicitándolos a los jóvenes por su conducta intachable a lo largo de su estadía. Con la prensa local sucedió lo mismo. Todos quedaron encantados en San Juan por la predisposición de los chicos al diálogo. Y por el respeto de su parte.

Los que se incorporan a este plantel saben que tienen que seguir una directiva suprema: el respeto por el otro es vital para la convivencia. Al igual que lograr ese sentido de pertenencia para con la camiseta celeste y blanca. Hay que aprender a quererla para defenderla mejor, es la premisa de Aimar, Placente y compañía. Así se los inculcaron a ellos y les fue bien. ¿Por qué entonces no repetir la fórmula?

Y un ejemplo claro de que el grupo entendió el mensaje es su comportamiento interno. Nunca falta el «buenos días», «gracias» o «por favor» de parte de ellos para con los mozos que los atienden durante las concentraciones. Tampoco el ayudar a levantar los platos de la mesa o, cuando es el momento de cantar una canción para ir sumergiéndose en clima de partido, o después de uno, siempre las letras son en aliento al seleccionado que defienden y nunca contra el rival.

En estos casi dos años de trabajo, el cuerpo técnico que encabezan Aimar y Placente han completado 262 sesiones de entrenamiento, con citaciones todas las semanas. El trabajo nunca cesó: con los jugadores de los clubes de Buenos Aires participando todas las semanas, los llamados a los chicos de las instituciones del resto del país se daban dos veces al mes, aproximadamente, excepto en la etapa final de la preparación de un campeonato, cuando se concentraron diariamente.

En los entrenamientos en Ezeiza se edificó el éxito de este grupo. Siempre con la misma filosofía: la seriedad y concentración en el momento del trabajo es fundamental. Gracias a un mensaje claro, las prácticas son el laboratorio que utilizan Aimar, Placente y compañía para nutrir de conceptos a los futbolistas.

«En estos dos años nunca escuché que ninguno de los entrenadores alce la voz», cuentan desde las entrañas de las selecciones juveniles. Además de la dupla que supo coronarse campeona del mundo Sub 20 en Malasia 97 de la mano de Pekerman, Adrián Galaraes (asistente de Aimar), Román Manassero (hoy a cargo de la Sub 16) y Alejandro Saggese (trabajando con la Sub 15 hasta la vuelta de Placente), son piezas clave en el día a día junto a los juveniles.

Para darle valor a ese trabajo de campo se disputaron 45 partidos internacionales, con viajes incluidos a Uruguay, Brasil, Perú, Colombia, México y Francia para disputar un cuadrangular con selecciones europeas.

Más allá de este nuevo logro deportivo, el trabajo continúa. La categoría 2004 ya se entrena de cara a lo que será el Sudamericano Sub 15 a jugarse en el final del año, seguramente en Bolivia. Y la 2003, que queda en el medio del proceso, también trabaja para encontrar futbolistas que se puedan sumar a esta camada Sub 17 o pensando en el futuro de la Sub 20 argentina.

Las selecciones juveniles menores de Argentina viven un gran presente. Gracias al trabajo de un equipo que se desvive por darles todos los días a los chicos nuevas armas para que sigan creciendo, el resultado deportivo está volviendo a ser exitoso con el respeto por propios y extraños como un bastión fundamental.

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