Gabriel Molina es un bombero de 35 años de trayectoria en la ciudad cordobesa de La Falda.
En enero pasado fue diagnosticado con cáncer de colon y pese a esa demoledora noticia, no bajó los brazos y continuó con su tarea ardua de luchar contra las llamas en las sierras de Córdoba.
Quienes lo conocen saben de su profesionalidad, su vocación de servicio sin límites y su capacidad humana y como persona.
Él no quiere ser noticia, pero es imposible dejar de contar esta historia. En enero de 2017, una gastroenteritis prolongada lo llevó a visitar a un médico amigo. Le hicieron estudios y le descubrieron un tumor maligno en el colon.
Siguió visitando consultorios con pronósticos poco alentadores para su salud. Su férrea voluntad, el apoyo de la familia y la de los bomberos, lo hizo realizar el tratamiento oncológico con toda la esperanza.
Hoy está en plena batalla contra esa enfermedad y sigue adelante. Y llegaron los incendios, y lo hicieron «al patio de casa», como dice él.
Como hace 35 años no dudó: se ajustó los borceguíes, se colocó al frente de los Bomberos de La Falda para sumarse a más de 60 cuarteles, que enfrentaban otro incendio de magnitud que cubrió dos departamentos de Córdoba: su Punilla natal y las Sierras Chicas.
Con toda energía, trabajó desde muy temprano hasta muy tarde, enfrentando kilómetros de llamas.
Luego, llegó la lluvia y con ella el alivio y Gabriel pudo descansar unas horas y otra vez al frente del cuartel, porque esa es su misión: cuidar a su ciudad.
Y ahora otra lucha, tan cruel como la de las llamas. Gabriel tiene que seguir el tratamiento para extirpar ese tumor, y ahí tenemos que estar todos, enviando toda la buena energía posible para que esta lucha termine pronto y tenga un final feliz, tanto para él, como para su familia, sus Bomberos y para toda La Falda y Punilla.