La central telefónica bandeña, tenía un cuadro de distribución, lleno de pequeños orificios. Cada uno de esos agujeritos tenía asignado un número. Frente a los cuadros mencionados se sentaban las dos telefonistas, las que tenían fijos a sus oidos dos auriculares y ante sus labios un transmisor.
Tan pronto como el abonado tomaba en sus manos el auricular de su teléfono se encendía un botón en el cuadro de distribución de la central. La telefonista veía la luz, miraba el número que tenía escrito abajo y colocaba la clavija en el orificio de ese número, quedando así establecida la comunicación entre el abonado y la empleada de la telefónica, a quien se le expresaba el número con el que se quería relacionar.
La telefonista procedía entonces a colocar otra clavija (conectada con la primera) en el orificio que tenía la numeración solicitada.
Por medio de un botón que ella apretaba, sonaba la campanilla del teléfono del abonado requerido.
Al contestar éste se entablaba la conversación y al terminar la misma se apagaba automáticamente la luz de los botones y la telefonista retiraba las clavijas
Había jovencitas que practicaban en la central telefónica con el fin de poder cubrir suplencias. Los señores Julio Bouval y Germán Shoenke estaban a cargo de esa empresa en La Banda.
Fuente: Imágenes y Recuerdos- Testimonios 1