El monumento es por descripción una escultura de grandes proporciones. No es exactamente eso lo que se imaginaría con la primera obra de arte elaborada con las armas que entregaron las FARC tras su desmovilización: ‘Fragmentos’. Por el contrario, la artista Doris Salcedo replanteó el concepto y lo convirtió en el soporte físico -literalmente- de un nuevo espacio de memoria y encuentro artístico que tendrá Bogotá para recordar el fin de la imposición de poder mediante la violencia.
En las ruinas de una vieja casona colonial del centro de la ciudad capitalina se diseña, en 1.200 metros cuadrados, un nuevo edificio de muros de piedra semimolidos y salones de paredes de vidrios que tienen un piso común: grandes ‘baldosas’ de color negro opaco de unos tres centímetros de grosor, con una superficie irregular. Ahí, bajo los pies, está una parte de las más de 8.900 armas recogidas por la ONU en cumplimento de la exguerrilla al Acuerdo de Paz.
La osada propuesta de la que es una de las artistas colombianas contemporáneas más conocida a nivel internacional despertó confusión; pese a que el valor colectivo dentro de la concepción propia de monumento sigue estando ahí. Tal vez con un cambio de una mirada en oposición a lo tradicional, y desde el posmodernismo propio de Doris Salcedo. Por eso, ella misma denominó a su creación como un contra-monumento.
«El monumento jerarquiza y presenta una visión triunfalista del pasado bélico de una nación. Éste era posible en el siglo XIX, cuando las naciones creían que poseían una conciencia y una cultura totalmente unificadas. En este momento histórico de Colombia, carecemos de símbolos que puedan ser convertidos en monumentos capaces de otorgarle a la sociedad en su conjunto una versión única de lo que nos ocurrió durante estos largos años de conflicto», explicó.
La obra -como quiso evidenciar- es una forma de unificar (y restaurar a través del arte) las relaciones entre actores armados, víctimas y la sociedad en general. Por eso, el material que resultó de la fundición de las armas al fuego, en grandes hornos de Indumil, lo dispuso en grandes láminas que a punta de golpes de maceta le fueron dando forma un grupo de mujeres víctimas de violencia sexual invitadas por la artista.
«Martillamos durante días, con la fuerza del odio que nos dejó la violencia sexual y la rabia de la guerra. Pero así pudimos liberarnos de esos sentimientos. Ahora, estamos paradas encima de las armas, y no las armas encima del país», expresó a Infobae Ángela Escobar, una de las víctimas participantes. En esa catarsis comenzó la obra de arte, que unificó y convirtió en fragmentos -simbólicamente- las partes de un conflicto armado que tiene múltiples lecturas.
Martillamos durante días, con la fuerza del odio que nos dejó la violencia sexual y la rabia de la guerra. Pero así pudimos liberarnos de esos sentimientos
Justamente por esa razón, Salcedo pensó en un espacio de encuentro en el que esas distintas percepciones de un mismo hecho tuvieran cabida al mismo tiempo. ‘Fragmentos’ será un museo abierto al público que exhibirá exposiciones artísticas sobre el conflicto armado colombiano, durante un periodo de tiempo equivalente a la duración de la guerra (52 años, aproximadamente), y contará también con la realización de conferencias y seminarios respecto al mismo tema; funcionará a cargo del Museo Nacional.
«Parado sobre ese piso cualquier persona se encuentra en una posición equitativa, equilibrada y libre, desde la cual es posible recordar y no olvidar el legado de la guerra. Este espacio tiene la tarea de acoger memorias antagónicas para así generar desde aquí una gran polifonía de voces. (…) se convierte en una herramienta esencial para que podamos construir zonas de contacto o zonas de encuentro en las que colombianos logremos cohabitar», aseguró Salcedo.
El Ministerio de Cultura ya tiene abierta la convocatoria para artistas de todo el país inscriban sus obras para ser expuestas en ‘Fragmentos’. Por lo pronto, la edificación que se construye de la mano del arquitecto Carlos Granada se presentará en noviembre como uno de los tres proyectos artísticos que se elaboran con las armas fundidas de la que fue la guerrilla más grande y antigua de América.
Los otros monumentos.
De acuerdo a lo reglamentado en el Acuerdo de Paz, habrá otra pieza escultórica que será ubicada en los jardines de la ONU en Nueva York, junto a otras obras alusivas a momentos históricos de la humanidad, como el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta obra será ‘Kusikawasay‘, una propuesta ganadora en convocatoria pública por el artista Mario Opazo, un chileno nacionalizado en Colombia que es docente de la Universidad Nacional.
‘Kusikawasay’ significa «vida apacible y venturosa» en lengua quechua, el idioma de un grupo de pueblos indígenas que se extiende por los Andes centrales de América del Sur, pasando por siete países. Y a eso hace referencia. El cese de las irrupciones a punta de sangre y fuego de la guerra que se tomó las selvas -lugares naturales de estas comunidades- será representado con una canoa de seis metros de longitud.
Según explicó Opazo a la Universidad Nacional, ese elemento significa para las culturas antiguas el paso de la vida a la muerte. La madera con la que se construye la canoa en los pueblos indígenas y campesinos se sustituirá por el metal fundido de las armas. Estará ubicada de forma vertical, con una parte apuntando al cielo y otra a la tierra, entre dos bloques que la sostienen.
«Esta forma ancestral apunta hacia el cielo y se comporta como un tótem, que también podría ser un proyectil o un cohete que surge de la tierra como una especie de bóveda de concreto en los cementerios, pero en sentido vertical», señaló el artista, quien aún se encuentra terminando la obra.
Por su parte, el Ministerio de Cultura catalogó la propuesta de Opazo como un intento de «traer al presente lo antiguo, su sabiduría y simbolismo, traer un elemento que navega por los ríos del territorio colombiano, que en su humildad material es vigente testigo y protagonista del progreso, y evoca un viaje a una nueva vida».
El último monumento será ubicado en La Habana, ciudad que acogió por casi cinco años la mesa de negociación de paz y sirvió de intermediador entre las FARC y el Estado colombiano. Pero el gobierno cubano aún no ha definido el lugar y las características del mismo para abrir la convocatoria de artistas que seleccionará al que lo realizará. Así se completarán tres obras que sellan el final de un largo y doloroso conflicto armado.
Fuente: Infobae