Cuando un sindicalista camionero se enfrentó con un presidente

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– Espero que los gusanos se coman sus ojos.

Así sentenció Jimmy Hoffa cuando se enteró, mientras almorzaba en un restaurante, el asesinato de John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963.

Sus palabras tenían sus motivos. El entonces mandatario y su hermano Robert “Bobby” Kennedy, Fiscal General de los Estados Unidos, hacía tiempo que encabezaban una cruzada contra el líder sindical de los camioneros y presidente de la Hermandad Internacional de Camioneros, que por entonces contaba con 1.500.000 miembros.

James Riddle Hoffa, “Jimmy”, había nacido el 14 de febrero de 1913. Luego de comenzar cargando camiones, a los 18 años decidió incursionar en la labor sindical. Algunos logros alcanzados con habilidad e inteligencia, lo terminaron posicionando como un fuerte líder, transformando al gremio de camioneros en un sindicato por demás influyente, y en el terror de los empresarios a la hora de negociar salarios y mejoras para los trabajadores.

Claro que Hoffa tenía un costado débil que la Justicia buscó ahondar, y fueron sus relaciones con la mafia. Se decía que matones de familias mafiosas eran los encargados de intimidar a los empresarios reacios a sentarse a negociar. A cambio, Hoffa usaba la estructura de su sindicato para lavar el dinero mal habido de los capos mafiosos.

Cuando Kennedy asumió la presidencia, le declaró la guerra a Hoffa. Ya en el debate presidencial que mantuvo con Nixon, se preguntaba por qué “Hoffa estaba aún libre”.

Kennedy sostenía que sin Hoffa el sindicato sería más transparente y seguro para sus afiliados. La administración Kennedy y especialmente su hermano Robert armó una superestructura de 20 fiscales sólo para investigar al líder sindical.

El encono de “Bob” Kennedy contra Hoffa venía desde que el primero fue consejero principal del comité del Senado que se ocupaba de investigar los turbios negocios del camionero con la mafia. En las audiencias públicas, Hoffa se burlaba de Bob Kennedy, diciéndole “Bobbie”, una expresión añinada y peyorativa para un funcionario público.

Hoffa decía que John Kennedy era “un playboy criado por niñeras y educado en los mejores colegios. Es un falso liberal”.

Hoffa no pudo cumplir uno de sus objetivos, que era el de organizar y manejar, desde las sombras, a los sindicatos ligados al ferrocarril y a los de la actividad aérea comercial. En 1964 fue acusado de sobornar a un jurado en un juicio por sus vínculos con la mafia y terminó el prisión.

Saldría libre en 1971, gracias al presidente Richard Nixon, con la condición de que por 10 años no se inmiscuyera en labores sindicales. La apelación que estaba armando a dicha medida quedó trunca. El 30 de julio de 1975, a las 14:45 horas desapareció del estacionamiento del restaurant Machuca Red Fox, de Detroit. Iba a encontrarse con los líderes mafiosos Anthony Giacalone y Anthony Provenzano. Nunca más se supo de él. Siete años después, fue oficialmente declarado muerto.

En plena investigación de sus actividades por parte del gobierno y de la Justicia, repetía: “Yendo tras de mi, dañarán a todo el movimiento de los trabajadores”.

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