El Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acordarían ponerle piso y techo al dólar. El Banco Central pasaría así a un esquema de bandas de flotación: la autoridad monetaria vendería divisas si el dólar toca el máximo y compraría sin perfora el mínimo establecido.
Según publicó este viernes Clarín, los negociadores acordaron esta nueva política cambiaria, en reemplazo de la flotación libre. De acuerdo con el matutino, el dólar tendría un techo de entre 40 y 44 pesos (a partir del cual el BCRA vendería divisas para contener una disparada) y un piso de entre 32 y 36 pesos (que, si se toca, obligaría a Luis Caputo a comprar dólares para evitar una apreciación cambiaria).
Además, el FMI expandiría el crédito stand by y aportaría entre 15.000 y 20.000 millones adicionales. Blindaría los vencimientos de deuda de este año y el que viene con desembolsos, tal como solicitó el Gobierno.
La inminencia de los anuncios hizo subir en los últimos días la cotización de los bonos argentinos y bajar el riesgo país. Además, fondos de inversión del exterior regresaron a los activos en pesos e ingresaron entre u$s900 y 1000 millones.
Según Clarín, el acuerdo podría anunciarse el lunes. El presidente Mauricio Macri y la directora del Fondo, Christine Lagarde, coincidirán en Nueva York, cuando el mandatario viaje a la Asamblea General de la ONU.
El esquema de bandas de flotación tuvo éxito en otros países que lograron contener la inflación y lograr cierta estabilidad, como Israel y Colombia. Y significaría un cambio hasta dogmático en el Gobierno.
Desde diciembre de 2015, cuando el Ejecutivo eliminó el cepo, tanto el Banco Central como el Gobierno manifestaron que irían a un esquema de flotación libre de la divisa. El precio del dólar lo fijaría el mercado y esa volatilidad ayudaría a absorber shocks externos, reiteraban una y otra vez.
Las intervenciones del Banco Central, desde entonces, se restringieron. El BCRA vendió divisas para evitar «movimientos disruptivos». El tipo de cambio debía acompañar a las monedas de la región, pero no dispararse o quedarse rezagado.
La crisis cambiaria de este año rompió ese molde. El dólar subió 100 por ciento en lo que va de 2018.
El acuerdo de junio con el Fondo ratificó que el BCRA solo puede intervenir ante escenarios disruptivos. Además, establece meta de reservas netas, que obligarían a la autoridad monetaria a no desprenderse de recursos.
La conducción del Banco Central recibió ayer a operadores de Bolsa. Caputo reiteró que consideraban que el tipo de cambio ya había alcanzado niveles de equilibrio, aunque no dio detalles del acuerdo con el Fondo.
Las metas de inflación quedarán de lado. El nuevo proyecto de Presupuesto no las fija (menciona una inflación de 23% anual para diciembre, aunque como estimación y no como target). El nuevo acuerdo con el Fondo incluirá metas fiscales, de agregados monetarios (cantidad de dinero circulante) y cambiarias. Las dos últimas serán responsabilidad del Banco Central.
El esquema de bandas de flotación o crawling peg, el blindaje de vencimientos de deuda que alejan el temor al default y las tasas de interés altísimas (60 por ciento es la referencia del Banco Central) incitan el regreso de los capitales financieros. Un tipo de cambio estable permite hacer operaciones de carry trade: ingresar divisas, comprar bonos de corto plazo en pesos (las Lecap que licitó Hacienda el miércoles rinden 50 por ciento anual) y garantizarse una suculenta ganancia en moneda dura.