Por Raly Barrionuevo
Me gusta el ruidito de las piedras, mis pasos cobran el sentido que de niño soñé: el fuego, la pregunta, la mirada inquieta de la historia, los años ateridos por dolores que no entiendo; me gusta este sonido, y mis pies se hunden hacia lo prístino, mientras la tierra puja mis huesos por dar a luz sus verdades. Soy un simple caminante y amo cada socavón de estas latitudes, me recuesto en la geografía sagrada y me adentro en lo insondable de su pena. Esa pena, que una tarde golpeó la puerta de mi otoño y cubrió con su poncho silvestre mi esperanza, despertó en mis ojos este tiempo de caminos. Y así fui y así voy, andando.
Por aquellos días amaneció en mi pecho una brújula celeste sin fronteras ni mojones, sin norte magnético ni arrebatos; y desde entonces es que llevo en mis pasos el aroma de la luna y el color de la alborada, la matriz feroz de la montaña y el concierto del mar a mis espaldas.
Ese soy y ese seré, tal vez un símbolo o una estrella destilando melodías en el cauce de tu sangre; así van por esta tierra mi destello y mi mirada, porque me lastima vivir en un mundo artificial que celebra las murallas.
Y mientras vos preguntes dónde estoy, yo seguiré caminando.
Fuente: http://alreves.net.ar