Por Miguel Coria. Especial para LA BANDA DIARIO
La pandemia del COVID-19 y el sistema epidemiológico en la provincia hizo que este año la Edición XXX del Festival Nacional de La Salamanca quede suspendido, como la mayoría de los grandes encuentro culturales del país.
Si bien sus organizadores (Municipalidad de La Banda) no han salido a declarar su no realización, a esta altura de los acontecimientos se podría afirmar ello.
La no realización de este evento estaría concatenado a una serie perjuicios para muchos trabajadores que siempre esperaban este encuentro cultural para trabajar y hacerle frente a la situación económica que atraviesa tanto la provincia como el país.
Salvo la ciudad de Cosquín (Córdoba) que realizó en sus días de festival una serie de peñas con artistas locales y algunos de distintos lugares del país para el público local, fue la forma de mover la industria del turismo de la cual viven muchas ciudades como la coscoína.
«La Salamanca», a lo largo de su historia, pasó por muchos vaivenes; pero nunca como este momento que vive el mundo que obligó a su no realización.
Los músicos, cantores, artesanos, artistas y sonidistas locales son otros de los golpeados por este tiempo, solo tendrán que adaptarse a la situación que vive el país y el mundo, hasta que un tiempo nuevo vuelva a ubicar a la Cultura en su lugar.
Lo cierto es que «La Salamanca» desapareció de este febrero, el supay se encerró en su socavón y la pandemia apagó el fuego salamanquero que año tras año desde 1992, llama a su cueva bandeña.
Ni los fuegos artificiales iluminarán el cielo bandeño; ni los jóvenes-y no tanto- en grupos caminarán por las calles bandeñas en amaneceres salamanqueros, ni siquiera los turistas santiagueño o no, vivirán las famosas siestas salamanqueras.
El silencio abunda por lo rincones del escenario «Jacinto Piedra» en el Club Sarmiento. La calma no es común en este tiempo, pero hay que cumplir con lo dispuesto para hacerle frente a esta pandemia y a este virus que vino para quedarse definitivamente.
Habrá que esperar un nuevo año; habrá que esperar el próximo febrero para volver a sumergirnos en ese ambiente de leyenda, canto y baile donde los diablos nos invitan a la locura salamanquera.
