Desde la irrupción de la invasión rusa en Ucrania los precios de la energía se dispararon, aunque en los últimos tres meses mostraron un freno por la continuidad de las exportaciones rusas. El crudo de Brent retrocedió u$s120 el barril desde junio y se ubicó este viernes en u$s93 el barril luego de retroceder 8% en la semana. Este precio es similar al que el barril tenía antes de que comenzara la guerra.
El impacto de fijar un precio máximo dependerá de cuantos grandes importadores adhieran a la medida, en particular aquellos que no integran el G7, como China e India. «Solo funciona si se organiza globalmente”, dijo el mes pasado el canciller alemán Olaf Scholz y agregó: «No se puede hacer de manera unilateral, sino solo en estrecha cooperación con muchos otros. De lo contrario, simplemente no llegará a nada».
Las aseguradoras sin embargo se mostraron preocupadas porque incumplir los topes podría significar que ellos deberían compensar el exceso, según consignó el Financial Times.
Por su parte, este jueves Rusia amenazó con dejar de vender su petróleo a los países que adopten este mecanismo de precios y el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, subrayó este viernes que la medida conduciría a un «desestabilización significativa de los mercados de petróleo», según consignó Interfax.
A esto se agrega que el viernes la proveedora estatal de gas rusa Gazprom anunció que suspendía indefinidamente la operación del Nord Stream 1 que provee de gas a Europa y en particular a Alemania. La decisión se toma justo antes del invierno en la región. En paralelo, la OPEP analiza restringir la producción de petróleo si los precios siguen mostrando volatilidad.
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