Duró treinta minutos el esperadísimo encuentro a puertas cerradas -junto a intérpretes- entre Papa y el presidente estadounidense, Donald Trump , en la biblioteca el Palacio Apostólico. Con su predecesor, Barack Obama , con quien tuvo gran sintonía, la audiencia había durado 52 minutos.
«No me olvidaré lo que usted me dijo», aseguró Trump, al final de un encuentro que comenzó muy tenso y terminó distendido, gracias a las dos mujeres de Trump presentes, su esposa, Melania y su hija-consejera, Ivanka, vestidas de riguroso negro para la ocasión.
Al obsequiarle un medallón con una rama de olivo, símbolo de paz, el Papa le dijo al líder de la única superpotencia mundial que esperaba fuera «un instrumento de paz».
Un comunicado oficial del Vaticano difundido más tarde, muy diplomático, destacó la coincidencia entre las dos partes en cuanto a vida y la libertad religiosa, así como las buenas relaciones bilaterales existentes. Indicó, por otro lado, que durante las «cordiales conversaciones», también hubo «un intercambio de puntos de vista sobre temas relacionados con la actualidad internacional y con la promoción de la paz en el mundo a través de la negociación política y el diálogo interreligioso, con especial referencia a la situación de Medio Oriente y a la tutela de las comunidades cristianas». De hecho, se esperaba que los dos líderes -considerados antitéticos-, tuvieran una agenda internacional amplia, luego de la reciente reunión de Trump con el presidente israelí, Benjamin Netanyahu y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas. El comunicado dejó entender que se habló de la cuestión palestino-israelí y sobre una eventual solución a la misma, así como de Siria, la lucha al terrorismo fundamentalista -tema exacerbado por el terrible atentado en Manchester-, el drama de los migrantes, el cambio climático, la paz mundial y, también, de Venezuela.
En un Vaticano hiper blindado -al que también iban llegando fieles para la audiencia general de los miércoles-, Trump llegó con una imponente caravana de más de 70 coches a la Via della Conciliazione a las 8 y cuarto de la mañana, mientras un helicóptero revoloteaba en el cielo. Entre los blindados de la caravana había dos coches blindados idénticos, uno de los cuales bautizado «The Beast» -la bestia-, en el que viajaba un doble del presidente estadounidense.
La caravana ingresó por la Puerta del Perugino, que queda muy cerca de la residencia de Santa Marta, donde vive el Papa, pasadas las 8. Como indica el protocolo, un pelotón de guardias suizos con alabardas le dio la bienvenida en el Patio de San Damaso. Ni bien salió del auto, acompañando por Melania, el arzobispo Georg Ganswein, prefecto de la Casa Pontificia y secretario privado de Benedicto XVI, papa emérito, le dio la bienvenida. Acto seguido, escoltado por gentilhombres pontificios, Trump y delegación tomaron los ascensores que llevan a la Segunda Loggia. Atravesaron salones espectaculares como el de la Sala Clementina hasta que llegaron al Salón del Tronetto, antesala de la biblioteca papal. Fue allí que el Papa salió al encuentro de Trump, un momento filmado en vivo por el Centro Televisivo del Vaticano e inmortalizado por fotógrafos presentes en un restringido pool.
Después de unos segundos juntos para la foto -el Papa con rostro adusto, parecido al que tuvo en su primera audiencia con Mauricio Macri, en febrero de 2016-, Trump, con sonrisa forzada-, los dos líderes, con visiones opuestas del mundo y temas como inmigración, proliferación de armas, clima y demás, ingresaron a la biblioteca. Se sentaron, uno frente al otro, en el mismo escritorio de madera en el que también estuvo Barack Obama en marzo de 2014, hubo otra «photo opportunity», y los dos se quedaron a solas, junto a sus intérpretes.
Trump se convirtió en el 13 presidente de Estados Unidos que se reúne con un Pontífice en el Vaticano en 98 años, desde que Woodrow Wilson visitó al papa Benedicto XV en enero de 1919. Cuatro papas, en ese mismo lapso de tiempo, visitaron los Estados Unidos: Pablo VI en octubre de 1965; Juan Pablo II, seis veces a lo largo de su pontificado (1978-2005); Benedicto XVI en 2008 y Francisco, en septiembre de 2015.
Después del cara a cara, como es costumbre el Papa saludó al resto de la delegación y hubo el tradicional intercambio de regalos. Fue entonces, al obsequiarle un medallón de la paz, que el Papa le pidió, como ya hizo con otros jefes de Estado, que fuera «un instrumento de paz».
Luego Trump, acompañado por su yerno y consejero, Jared Kushner, se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y su segundo, el arzobispo Paul Gallagher. Con ellos la reunión fue más larga: duró 50 minutos, según informó el Vaticano. Más tarde, en lo que significa un verdadero privilegio, el primer mandatario estadounidense y nutrida delegación visitaron la espectacular Capilla Sixtina.
Trump se separó de sus dos mujeres, Melania e Ivanka a las 11 para a ir a visitar al presidente de Italia, Sergio Mattarella, en el Palacio del Quirinale.
Entonces, tal como se esperaba, Melania, que se mostró muy emocionada al ver al Papa, a quien le hizo bendecir un rosario, fue a visitar a niños del Hospital Pediátrico Bambin Gesú, propiedad del Vaticano. Ivanka, en cambio, fue a visitar al cuartel general de la Comunidad de San Egidio, movimiento católico muy activo en la ayuda a los refugiados y en la solución de conflictos, en el barrio de Trastevere.
Se esperaba que Trump y delegación dejaran Roma con destino Bruselas poco antes de las 14 locales, luego de un almuerzo con el primer ministro, Paolo Gentiloni, en Palazzo Taverna, la residencia del embajador de Estados Unidos en esta capital. Una capital semiparalizada y con el tránsito enloquecido por la presencia de «The Donald».
Fuente: la nación