Francia prohíbe pesticidas por posible “holocausto apícola”

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Francia prohibirá a partir de hoy cinco pesticidas neonicotinoides con el fin de hacer frente al declive de las colonias de abejas, si bien los expertos advierten que la medida será insuficiente para contener el “holocausto apícola” que amenaza a la humanidad.

Los neonicotinoides son los insecticidas más usados del mundo. Se emplean en los cultivos de remolacha, trigo, colza, árboles frutales y viñedos, entre otros, para acabar con orugas, cochinillas, pulgones e insectos que carcomen la madera.

En Francia se usan principalmente de forma preventiva en las semillas, extendiéndose por toda la planta, incluido en el polen.

Como todo insecticida, a ciertas dosis, los neonicotinoides matan a los insectos, incluidas las abejas.

La Unión Europea decidió en abril prohibir en los cultivos en campo el uso de tres neonicotinoides (clothianidin, thiamethoxam e imidacloprid), objetos de restricciones desde 2013. La medida, que permitirá el uso en invernadero, entrará en vigor completamente el 19 de diciembre.

Pero Francia va más lejos. La prohibición versará sobre el uso -incluso en invernadero- de las cinco sustancias hasta ahora autorizadas en Europa para fines fitosanitarios (las tres que serán prohibidas además del thiacloprid y acetamiprid).

Los científicos se muestran preocupados porque incluso en pequeñas cantidades, estas sustancias que atacan el sistema nervioso de los insectos afectan a los polinizadores, desorientando a abejas y abejorros, lo que altera el esperma de los machos.

Los apicultores franceses constatan un alza de la mortalidad en sus colmenas desde la llegada de los neonicotinoides a mediados de los años 1990, aunque “ningún elemento científico riguroso” demuestra que sea la primera causa de mortalidad de las abejas, según el director científico del Instituto de la Abeja, el ecotoxicólogo Axel Decourtye.

En los últimos años, muchas abejas empezaron a morir debido a un “colapso de las colonias”, un misterioso fenómeno atribuido en parte a pesticidas, así como a polillas, virus y hongos.

Decourtye avisó que la medida tomada por las autoridades, pese a ser positiva, no resolverá el problema.

“Hay que luchar contra las enfermedades y los depredadores -sobre todo los que son introducidos en los intercambios comerciales, como el abejorro asiático- , contra la degradación de los habitats y el empobrecimiento de la flora. Y en una colmena en Francia, se encuentran muchos otros residuos de pesticidas además de los neonicotinoides”, dijo.

Por su lado, los agricultores franceses aseguran hallarse en una situación “dramática” por la prohibición de estos insecticidas, según sus sindicatos, que aseguran no contar con soluciones de reemplazo.

Según un reciente informe de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Alimentación (Anses), existen no obstante alternativas “suficientemente eficaces y operacionales”, químicas y no químicas, para la gran mayoría de los 130 usos fitosanitarios de los neonicotinoides.

Los problemas que afectan a las abejas y otros insectos polinizadores suponen una importante amenaza para la alimentación mundial, especialmente en las zonas del planeta con dificultades para abastecer de nutrientes a los grupos sociales más desfavorecidos. Los insectos polinizadores aportan alrededor del 10% del valor económico de la producción agrícola a nivel mundial, pero su contribución para la nutrición humana es potencialmente mucho mayor.

Si las abejas desaparecen, con ellas se irían multitud de plantas que dependen de ellas y detrás, asolados por el hambre, probablemente los seres humanos.Desde hace casi 30 años sabemos que las abejas están muriendo, aunque aún no sepamos al 100% por qué. El 75% de la flora silvestre se poliniza gracias a las abejas y casi el 40% de las frutas y verduras. Los motivos no están claros aún, pero los expertos apuntan al aumento del uso de los pesticidas, el aumento de la temperatura global por el cambio climático, el incremento de avispas asiáticas y de dos parásitos enemigos naturales de las abejas: uno interno (Acarapis Woodi) y otro externo (Varroa Destructor).

Los Andes

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