En las últimas horas el ambiente político de la provincia se vio conmocionada y hasta sorprendida por la decisión que tomó el sindicalista santiagueño, Gerardo Montenegro. El mandamas de Quimsa, decidió renunciar a su banca de diputado provincial.
Según indicó Visión Santiagueña, la determinación se comunicó de forma reservada y sin fundamentos públicos. Desde entonces, el Gobierno provincial mantuvo silencio y evitó precisar qué motivó la salida de uno de los nombres más consolidados del espacio.
El episodio llega pocos días después de otra baja dentro del mismo sector: la de Héctor Torrez, comisionado municipal de El Cruce y también diputado electo. En su caso, el oficialismo habló de “irregularidades” en su gestión, aunque la explicación no terminó de convencer en el ámbito político. Dos renuncias anticipadas en pocos días reforzaron las dudas sobre la situación interna del zamorismo.
En ausencia de una explicación oficial, comenzaron a circular tres versiones sobre los motivos de la renuncia. Una de ellas apunta a que Montenegro podría pasar al gabinete provincial en reemplazo de Marcelo Barbur, posibilidad mencionada por distintas fuentes del oficialismo.
Otra versión habla de motivos personales, aunque no terminó de convencer en el ámbito político. Y una tercera, repetida en voz baja, sugiere que la salida habría buscado evitar una “situación incómoda” en un momento sensible para el zamorismo.
Ninguna de estas hipótesis fue confirmada, pero todas ganaron terreno tras su renuncia anticipada.
Con trayectoria y peso propio, Montenegro era considerado una pieza relevante en la nueva composición legislativa. Su salida obligó a un reordenamiento interno que se concretó sin declaraciones públicas ni ampliación de información sobre el trasfondo.
Las dos renuncias consecutivas, sumadas al silencio oficial, dejaron un cuadro que genera más interrogantes que certezas.
Lo único concreto es la confirmación de ambas bajas. Lo demás —los motivos reales— sigue sin respuesta.
El movimiento, inesperado y ejecutado con discreción, modificó silenciosamente el tablero político provincial y dejó abiertas preguntas dentro del propio zamorismo.
